Y su historia de amor con el SODRE
Miriam Kescherman (52) nació en Montevideo, estudió en el Yavne hasta 2° de liceo. Tuvo que cambiarse de liceo por la exigencia de horario en la Escuela Nacional de Danza en la que ya se hallaba. Aunque con limitaciones de horarios, cuando podía frecuentaba los movimientos juveniles Betar, Bnei Akiva y Hanoar Hatzioni, muy distintos entre sí, eligiendo adónde ir según donde estaban sus mejores amigos.
Ha desarrollado una impresionante carrera internacional en la danza, cruzando fronteras, más allá de Uruguay y de Israel. Es su trabajo, pero más que nada, es su vida.
Conversamos con Miriam..y disfrutamos.
P: Miriam, ¿cómo presentarte hoy? ¿Tu identidad principal pasa ante todo por tu carrera profesional tan destacada como bailarina o esa es sólo una faceta?
R: Soy Madre, Esposa y Maestra de Danza, y ser bailarina es algo que se lleva adentro siempre.
P: Con todo lo que has hecho y seguís haciendo en tu carrera ¿te sentís realizada? ¿O sería resumir prematuramente?
R: ¿Realizada? Si, aunque es un constante proceso y desafío. Uno no para de ser un bailarín y/o un maestro. Siento la responsabilidad de seguir creciendo, y actualizándome ya que considero que uno no lo sabe todo.
La vida es un constante aprendizaje.
P: ¿Cómo es la familia que has formado?
R: Después de una carrera tan intensa en la que no no había lugar para una vida personal, le estoy más que agradecida a Di-s de haber tenido la oportunidad de formar una familia a los 40 años.
Aunque conocí aa mi marido Ephraim desde la escuela, la vida nos llevó a lados distintos del mundo. Pero la providencia divina nos reencontró.
Tengo varones mellizos, Mijael Abraham y Gabriel Yehoshua de 11 años y una niña, Yahel Rivka de 9 años.
P: ¿A quién tenés todavía en Uruguay?
A todos gracias a Di-s, a mis padres, mis hermanos, mis primos, sobrinos y un montón de amigos de la infancia.
Volvimos de Israel “por un tiempo” para estar cerca de ellos, teníamos planes para volvernos a Israel el año pasado, pero cuando comenzó la pandemia decidimos aplazarlo.
P: Entonces…¿Qué es para vos una mujer feliz?
R: El ser agradecida por lo que uno es y lo que tiene.
En lo personal, soy feliz de tener a mis padres con vida, espero que hasta los 120, a mis 4 hermanos y familiares cerca de mí.
Soy feliz de poder hacer lo que me gusta con el apoyo de todos especialmente de mi marido e hijos.
Soy feliz cada viernes por la tarde, poder encender las velas dando comienzo al Shabbat rodeada de mi familia.
Entre la danza y la religión
P: ¿Naciste en un hogar religioso o fue un camino que adoptaste ya de grande?
R: Nací en una familia tradicionalista. A los 18 años me fui a Nueva York donde comenzó mi carrera internacional como bailarina. Siempre me acompañaba mi Sidur. Cuando podía asistía a Batei Kneset (sinagogas) en las distintas Comunidades. Mi camino hacia la observancia religiosa comenzó en Madrid (una comunidad muy pequeña) cuando bailaba en la Compañía Nacional De Danza. Cuando podía asisitía al Beit Hakneset en Shabat y Jaguim (fiestas judías) donde cada vez me sentía más conectada a la esencia Judía y la necesidad de elevar mi nivel espiritual.
Hoy en día entiendo que todo esto fue una preparación, parte de un plan divino (Hashgaja Pratit) para lo que vendría más adelante en cuanto al proceso de dejar de bailar, encontrarme con quien es hoy mi esposo, al que estoy agradecida por acompañarme en mi crecimiento espiritual y así crear juntos una familia con bases y valores judíos.
P: ¿En algún momento dudaste si no chocaría tu carrera de bailarina con tu condición de judía observante? Y por las dudas aclaremos que menciono este tema, no porque tenga que chocar con la fe, sino con la costumbre del recato, de un andar no exhuberante, propio de las mujeres religiosas.
R: Cuando comencé a enseñar 14 años atrás, me preguntaba cómo hacerlo de la mejor manera posible y fue ahí que gracias a mi marido Ephraim (hasta los 120), que me apoyó en todo momento, cito al Rav Kook Z¨L, que en su libro ¨Orot Hatora¨ dice: “El Arte es la expresión de nuestra espiritualidad impregnada en nuestra alma y es nuestra obligación expresarla, para de esa manera, también, adorar a Di-s”.
En ese entonces comencé a impartir clases en la Escuela de Arte Thelma Yellin, en el Departamento de Danza bajo la Dirección de David Dvir quien se transformó en un gran amigo y mentor hasta el día de hoy. Estar de “Kisui Rosh”, con la cabeza cubierta y vestirme recatadamente fue algo natural y aceptado por todos.
Considero que como maestra tengo una gran responsabilidad no solo para transmitir técnica de danza sino también valores de vida como lo son la constancia, la pasión, el compromiso con uno mismo y los demás.
Mi fe es mi esencia. Cada uno de nosotros somos Shlijim (emisarios), tenemos la oportunidad de realizarnos tanto a nivel personal como profesional y transformarnos en la mejor versión de nosotros mismos.
Al enseñar danza tengo muy presente el trabajar todos los aspectos que nos hace humanos, no es solo pasos y movimientos en la dinámica musical. Es muy importante para mí ayudar a los bailarines a potenciar su talento al máximo en todos los aspectos, físico, mental, emocional y espiritual.
P: Evidentemente, has logrado conciliar ambas cosas. ¿Has tenido que hacer adaptaciones de algún tipo para lograrlo? Se me ocurre que esto no pasa sólo por una cuestión de lo que vestís ¿no?
R: Claro, por ejemplo en situaciones en la que enseño danza a hombres.
Pero para mí el arte es también una forma de expresar mi fe a Di-s.
En frente a mi lo que veo son artistas/alumnos gente a la que puedo llegar y con la que puedo compartir mi experiencia y conocimiento artístico y al mismo tiempo expresar mi espiritualidad ,sea quien sea.
Marchando hacia la meta elegida
P: ¿Cómo fue tu camino hacia la danza? No me refiero a tu extensa e impresionante trayectoria ya como profesional, sino a los primeros pasos.¿Era un sueño de niña? ¿Siempre tuviste claro que este sería tu camino?
R: Era una niña hiperactiva, mi Mamá (que viva hasta los 120) me llevó al Lago del Parque Rodo a ver un espectáculo de Ballet y ahí le dije: “Mamá, esto es lo que yo quiero hacer: Bailar”.Y empecé realmente a los 7 años, pasando una Audición en la Escuela Nacional de Danza.
P: Es muy común que los niños vayan a clases extracurriculares, sean de karate y judo, o manualidades y danza. ¿Recordás el momento en que te dijiste “ésta será mi vida”?
R: La mayoría de mis compañeros decían: “Yo quiero ser médico”, “Quiero ser Ingeniero o Abogado” … cuando llegaban a mi turno tímidamente decía: “Yo quiero ser Bailarina de Ballet”. Lo de ´ tímidamente´ era porque nadie entendía que eso podría ser una carrera profesional, me decían que bailar es una afición y recuerdo que eso me dolía porque yo sabía que eso era lo que yo quería hacer en mi vida.
La relación con el SODRE
P: Tú andas por el mundo dando clases magistrales de danza. ¿Siempre será algo especial cuando llegás al SODRE?
R: Si, el Sodre fue mi primera compañía profesional , a la cual ingresé a los 16 años. En octubre del 2015, cuando el Sodre vino de gira por Israel, Julio Bocca me invitó a dar una clase, lo cual para mí me fue muy emocionante, y emotivo. Desde ese entonces renové mi relación con el Sodre.
En Septiembre del año pasado fui invitada por el ex director Igor Yebra como maestra invitada y recientemente fui convocada por la nueva directora María Noel Riccetto a formar parte del Cuerpo Docente esta temporada.
P: Realmente impresionante. Me alegra todo esto. El SODRE siempre fue una gran institución cultural de Uruguay. Pero en los últimos años tuvo un gran salto creo yo en la percepción ciudadana, se popularizó en el sentido de cercanía a todos, manteniendo un alto nivel. Así lo veo yo al menos, de lejos geográficamente. ¿Cómo lo sentís cuando vas?
R: Desde el 2010 que Julio Bocca asumió la dirección del Sodre, la compañía tomó renombre internacional y se ha mantenido a ese nivel todos estos años. Se transformó en una de las mejores compañías del continente. Me siento muy honrada y humildemente orgullosa de ser parte de esta Institución que me vio crecer y me ayudó a abrir las puertas al mundo.
P: Cuando compartís una clase magistral con la gigantesca María Noel Ricetto, estás en tu casa, porque es Uruguay y porque es el SODRE, y también llevás algo de tu otra casa, Israel. ¿Cómo sentís que se percibe en el exterior, especialmente en Uruguay, el nivel de la danza en Israel?
R: En mi corazón siempre tengo muchas partes de todos los lugares y de todas las experiencias que viví.
Con Maria Noel Riccetto me siento muy bien, la danza y la experiencia de vida muy similar es lo que nos une. Le estoy muy agradecida por su confianza dándome la oportunidad de compartir mis conocimientos y experiencia internacional con los bailarines uruguayos.
Soy Uruguaya e Israelí y se me conoce así, ambas nacionalidades me definen.
En cuanto al nivel de la danza en Israel, hablando específicamente de la Danza Moderna , te diré que es mundialmente reconocida. Se destaca específicamente en creatividad coreográfica, coreógrafos de renombre mundial como Ohad Naharin, Tamir Gintz con los cuales he trabajado y otros coreógrafos Israelies reconocidos como Jofesh Shechter, Sharon Eyal, Rami Beer entre otros.
Danza en Israel, un mundo variado
P: En realidad, he usado el término “la danza en Israel”, pero eso es muy amplio ¿verdad?
R: En Israel se baila de todo. Desde el Ballet Israelí que ha tenido mucha influencia de la Inmigración Rusa, Danza Moderna con sus genios coreógrafos, bachilleratos de danza en casi toda las ciudades, varias compañías de danza moderna, competiciones de danza, programas de Reality en TV, Rikudei am (bailes folclóricos israelíes) y hasta Capoeira y Salsa en la Rambla de TLV.
Hoy en día se baila cada vez más en el sector haredi (ultraortodoxo) y en el sector conocido como “datí leumí”, o sea religioso nacional, del que soy parte. Se celebran numerosos llamados a concursos coreográficos y espectáculos en danza específicamente dirigidos a esas comunidades.¡El l israelí no para de moverse!
P: Creo que es maravilloso. Miriam, aunque adivino la respuesta te pregunto si esto es para ti sólo un trabajo o también una pasión.
R: Es mi vida, y le estoy agradecida a Di-s de poder trabajar en algo que me apasiona.
P: ¿Qué tipos de baile te gustan más?
R: Ballet Clásico y Contemporáneo, Danza Moderna. También he aprendido y me gusta Flamenco y Rikudim Israelim, o sea bailes israelíes.
Visión de mujer
P: Te comenté que me gustaría publicar esta entrevista en el marco de la cobertura del Día Internacional de la Mujer. ¿Te significa algo esta fecha? ¿Es de celebración o reivindicación?
R: Me alegro de celebrar el ser mujer.
Celebro ser afortunada de ser aceptada, apoyada y querida por ser quien y como soy.
Celebro de tener la posibilidad de ser socia en el proceso de la creación, de ser madre, de ser la “Reina” de la casa, de ser educadora.
Rezo y envío mi apoyo a todas aquellas mujeres en situación de desigualdad y violencia doméstica, que con la ayuda de D´s puedan salir rápidamente de esa situación.
A modo de resumen
P: ¿Cómo resumirías tu vida en Israel?
R: En Israel siempre me he sentido en casa a pesar de que no siempre es fácil. He vivido en diferentes partes del mundo, pero es a Israel donde siempre vuelvo.Es donde quiero que mis hijos se realicen, allí nacieron y siento la necesidad de devolverlos algún día, aunque ahora ya serán también uruguayos.
P: Te entiendo profundamente. Miriam, me encantó conversar contigo. ¿Hay algo más que quisieras comentar y que no te supe preguntar?
R: ¡Ana, gracias! Tu entrevista me ha llegado en el mejor momento, en días difíciles para el mundo en que vivimos.
Esto me ha hecho reafirmar aún más la importancia de tener claro quiénes somos de dónde venimos y hacia dónde queremos llegar.
En algunos momentos me pareció difícil poder expresar con palabras lo que significa mi carrea y mi fe, y te agradezco de todo corazón el que me lo hicieras recordar. Te envió abrazos, cariños y salud. Briut u Besorot Tovot!Con salud y buenas noticias.
P: Que así sea, también para vos y tus seres queridos.
R: Muchas gracias Ana.