Tenemos el honor de compartir con nuestros lectores MiSinaí No. 87 Esperamos que lo disfruten tanto como nosotros.
No. 87
Mishpatim
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 12/02 19.23
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NO ES MI TRABAJO
Por Yanki Tauber
No puedo afirmar haber predecido el colapso de la Unión Soviética luego de mi regreso de un viaje de cinco semanas a ese país en 1987. Pero tampoco salí con la impresión de que el sistema funcionara muy bien. Un ejemplo claro fue un incidente que ocurrió poco antes de mi llegada a Moscú. Un auto estacionado frente a la sinagoga de Jabad fue forzado y le robaron equipamiento valioso. Cuando el cuidacoches fue encarado con esta falla evidente en su trabajo, se encogió de hombros y dijo “Mi trabajo es asegurarme de que todo este bien. Cuando algo no está bien ¡ese ya no es mi trabajo!”
El incidente me recordó una historia que el Rebe de Lubavitch contaba frecuentemente sobre su predecesor y tocayo, Rabi Menajem Mendel de Lubavitch (1789-1866). La esposa del hijo menor de Rabi Menajem Mendel había caido enferma, y los doctores eran unánimes en su opinión que no había esperanza de recuperación. Cuando a Rabi Menajem Mendel le informaron el veredicto de los doctores, el notó que el Talmud plantea la pregunta “¿De dónde sabemos que un doctor tiene permitido curar?” y responde que esto se deriva de un versículo (Shemot 21:19) “Y curar el curará”. “Pero en ningún lado”, concluyó Rabi Menajem Mendel, “se le dió al médico el derecho o la capacidad de determinar que un ser humano es incurable.”
La pregunta del Talmud es una pregunta muy real para el creyente. Si una persona cae enferma solo porque D-os ha determinado que esté enfermo, ¿de qué sirve llamar a un doctor? No es solo una pregunta de “¿cómo te atreves a interferir en la voluntad de D-os?”, sino también de “¿cómo podés pensar que cualquier cosa que hagas va a cambiar algo?” La respuesta que da el Talmud es que el médico tiene permitido “interferir” solo porque D-os permite, o más aun, ordena que el médico interfiera, y los esfuerzos del médico hacen una diferencia solo porque D-os desea que sus esfuerzos hagan una diferencia.
Lo que llevó a Rabi Menajem Mendel a concluir que la autoridad e influencia del médico está estrictamente limitada a la función que la Torá le dio. Es decir, curar. Cualquier cosa más allá de esto no es su trabajo.
Aunque la enfermedad y la cura proveen una ilustración dramática de este principio, la enseñanza jasídica lo aplica a todas las areas de la vida: ganarse el sustento, ayudar al necesitado, etc. Tenemos la capacidad, el derecho y la obligación de hacer la diferencia porque, y solo porque, D-os nos ha dado la capacidad para hacer la diferencia. Pero esta autoridad tiene sus límites. Cuando alcanzamos esos límites, es decir cuando verdaderamente hemos hecho todo lo que esta en nuestro conocimiento y capacidad de hacer, lo que sucede más allá de eso está fuera de nuestro dominio.
Es debido a esto que al concepto de “desesperación” no se le da creencia en el Jasidismo. Generalmente se asume que hay dos tipos de personas: los fatalistas y los activistas. El fatalista sostiene que las cosas son como son, y que no se puede hacer realmente nada que marque la diferencia. Por lo que no hay razón ni para la euforia ni la desesperación (aunque alguno podría decir que el estado del fatalista es uno de desesperación perpetua). El activista, por el otro lado, cree que el mismo es del dueño de su destino, por lo que se alegra por sus logros y se desespera cuando las cosas no salen como el planeaba, creyendo que esto último fue el resultado de su fracaso en haber hecho que pase lo que el quería que pase.
El judío no es ninguno de los dos, y ambos. Es un fatalista en el sentido que cree que todo lo que sucede es el resultado directo de la voluntad de D-os de que eso suceda. Pero también es un activista: cree que es mucho lo que puede y debe hacer, y que lo que hace marca una diferencia.
De forma que el cuidacoches ruso tenía un buen argumento. Nuestro trabajo es hacer las cosas bien, y la alegría y satisfacción que experimentamos por nuestros éxitos es real y verdadera. Pero cuando alcanzamos los límites de lo que podemos hacer, eso no es un fracaso. Simplemente significa que hemos hecho nuestro trabajo, y ahora le toca a D-os hacer el suyo.
EL PECADO DE LA CRUELDAD
"No debes comer un cabrito cocinado en la leche de su madre." (Shemot 23:19)
Cocinar una cría animal en la leche de su madre es un acto de extrema crueldad. Por lo tanto la Torá nos prohíbe no sólo cocinar una cría en la leche de su madre, sino también cocinar cualquier animal en la leche de cualquier otro animal, comer dicha mezcla, o incluso derivar cualquier beneficio de ella.
Vemos de aquí hasta qué extremo va la Torá para prohibir la crueldad hacia los animales. Las precauciones que toma la Torá para distanciarnos de causar sufrimiento a un animal demuestra cuánto cuidado debemos tener para evitar causar sufrimiento al prójimo.
Likutei Sijot, vol. 6, pág. 151.
Éxodo (Shemot) 21:1 – 24:18
Luego de dar la Torá al pueblo judío, D-os le dijo a Moisés que ascienda nuevamente al Monte Sinaí - esta vez por 40 días - para enseñarle los detalles de las leyes de la Torá. La sexta sección del Libro de Éxodo es principalmente una selección de leyes (Mishpatim en Hebreo) que D-os le enseñó a Moisés mientras estaba en el Monte Sinaí.
SABIOS DE ISRAEL
RABÍ IOEL SIRKES (1561 – 1640)
Rabí Ioel Sirkes, conocido fundamentalmente por las iniciales de su principal obra literaria, el Bait Jadash –"Casa Nueva", Baj- fue considerado la mayor autoridad de su tiempo, siendo un sobresaliente líder espiritual y dueño de una gran sabiduría Talmúdica y Halájica.
Ya había servido como Rabí y guía espiritual en grandes comunidades judías, como Lobonia y Brisk, cuando fue elegido para encabezar y dirigir la comunidad de Cracovia. Allí pasó los años más fructíferos de su vida, dedicados a enseñar y guiar a la juventud judía en el camino de la Torá.
"El conocimiento secular -dice- desorienta al estudiante, y lo lleva al abandono o a la mala interpretación de nuestra herencia religiosa, mientras que la Cabalá lo afianza".
Eran épocas en que las corrientes reformadoras destruían las gigantescas estructuras del judaísmo religioso medieval, arrastrando tras de sí a los jóvenes que carecían de suficientes conocimientos.
El Baj trató de analizar nuevos aspectos, agregar y dilucidar, pero sin tomar nuevas decisiones. Por eso expresa que "sólo quiero cimentar y fortalecer el sólido edificio -Báit - construido por el Beit Iosef, sin tener intención alguna de cambiar nada de lo que Rabí Iosef Caro haya escrito".
Muchas de sus obras se han perdido, pero sus comentarios constituyen una invalorable contribución al conocimiento de la Guemará y el Talmud, así como al desarrollo de la Halajá.
¿LO SABÍAS?
PARASHÁ SHEKALIM
Cuando el Santo Templo estaba en Jerusalén, cada judío contribuía con medio shekel anual para el Templo.
Los fondos recaudados eran usados en un principio para adquirir ganado para los sacrificios comunales. El dinero sobrante era usado para varios propósitos comunales, incluyendo proveer los salarios de los jueces y el mantenimiento del Templo, sus utensilios y las murallas de la ciudad.
Este impuesto anual, conocido como el Majatzit Hashekel debía entregarse el 1 de Nisan. Un mes antes, el 1 de Adar, los tribunales comenzaban a enviar recordatorios sobre esta obligación bíblica. En conmemoración, la lectura de la Torá del Shabat que cae en o antes de Adar es complementada con los versículos (Éxodo 30:11-16) que relatan el mandamiento de D-os a Moisés con respecto a la primera entrega del medio shekel.
La haftará de Shekalim (II Reyes 11:17-12:17) continúa con el mismo tema, discutiendo los esfuerzos del Rey Jehoash (siglo 9 AEC) para destinar fondos para el mantenimiento del primer Templo Santo.
(Nosotros también damos un medio shekel conmemorativo para caridad —en el Ayuno de Ester).
"Parashat Shekalim" es la primera de las cuatro lecturas especiales agregadas durante o inmediatamente antes del mes de Adar (las otras tres son Zajor, Pará y HaJodesh).
La lectura de Shekalim también está relacionada con la próxima festividad de Purim. De acuerdo con el Talmud, el decreto de Haman fue evitado en mérito a la mitzvá de majatzit hashekel.
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Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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