De su equipo de voleyball Juan Ferreira y del seleccionado nacional, llegó a Hapoel Kfar Saba
(Fotos: Yosi Lazarof)
Apenas llegó ganó una copa con sus compañeras de Hapoel Kfar Saba de volleyball
A sus 29 años, la voleibolista Florencia Aguirre, nacida en Minas, ya tiene mucho mundo. Su destaque en el deporte la ha llevado a ser invitada jugar en otros países de América Latina (Argentina, Perú y Bolivia) y en Francia e Italia, y desde enero, por primera vez, también en Israel. Fue contratada por el club Hapoel Kfar Saba que buscaba una buena central (su posición dentro del equipo) al lesionarse una jugadora brasilera justo en medio de la liga. Lo que cabe suponer no pensaban en el Hapoel, era que muy poco después de llegar, Florencia ya levantaría una copa para Kfar Saba, la primera que el equipo logra obtener tras tres años en los que la primacía se la llevaba Macabi Haifa.
“La verdad que fue una gran alegría”, nos dijo Florencia este miércoles.”Está buenísimo, es un premio al trabajo en equipo”. Ríe cuando preguntamos si es la primera copa que levanta fuera de Uruguay. “He ganado algunas con mi club de Uruguay, el Juan Ferreira, hace varios años. En el exterior no tantas, sólo en Bolivia. Fuera de América, la de Israel es la primera”.
No hemos tenido aún el gusto de conocer personalmente a Florencia y esta primera entrevista fue telefónica. Pero ello no fue un obstáculo para captar enseguida su “polenta”. Se ve que pone alma en cada cosa que hace, porque logra encarar sus metas maniobrando entre las distintas actividades.
En cuanto al voleyball, juega desde los 14 años. Y cuando cuenta cómo durante años su equipo Juan Ferreira tuvo que buscar cada vez otra sede que le presten para entrenar-siempre en horarios tardíos cuando ya no había actividad para los socios de la institución- queda claro que sigue en el marco sólo aquel que, como Florencia, dice “me encanta”.
De todos modos, este aspecto mejoró ya tiempo atrás gracias a un convenio logrado entre la Federación y la Escuela Sanguinetti por el cual desde hace tres años ésta presta sus instalaciones para que entrenen las selecciones uruguayas de vóley, después del horario de clase. “Esto le ha dado regularidad a la selección nacional, al tener un lugar fijo para entrenar, lo cual no pasaba antes porque teníamos que ir salpicando de club en club”, explica Florencia.
Al terminar el liceo decidió dejar su Lavalleja natal para mudarse a estudiar en Montevideo. Se recibió en la UdelaR de arquitecta en el 2016. La carrera, que había iniciado en el 2007, le llevó por cierto mucho más de lo común, debido a sus numerosos viajes a jugar en el exterior, no sólo cuando fue contratada para ello sino también por su participación en distintos campeonatos. Juega también en la selección nacional de Voleyball y trabaja de arquitecta en su propia oficina. Cuenta satisfecha sobre el proyecto en el que hacía supervisión de una obra especial detrás del Hospital de Clínicas que servirá como futura Facultad de Enfermería, Nutrición y escuela de Parteras . Esto, un proye to de la Dirección General de Arquitectura (de la UdelaR) lo terminó antes de viajar a Israel y ahora, a la distancia, puede seguir atendiendo parte de los trabajos de su propia empresa independiente.
La vivencia israelí que comenzó en la segunda semana de enero y que se prolongará hasta fin de abril, es lo más “distinto” que ha hecho hasta ahora. “Nunca me imaginé llegar a jugar en Israel”, nos dice. “Vine teniendo de antemano una buena impresión porque mi hermana menor, Vale, hizo el viaje de Ciencias Económicas el año pasado y en ese marco había estado en Israel y me contó mucho. Cuando me llegó la propuesta se lo comenté, pidiendo su opinión y ella que dijo ´tenés que ir, te va a encantar´, así que aquí estoy”.
En uno de los recientes partidos, buen ambiente en el equipo. Florencia, a la izquierda.
Aún no ha tenido mucho tiempo de pasear y conocer, porque el ritmo de partidos y entrenamientos es bastante intenso. “Sí he hecho alguna recorrida corta. Tel Aviv me parece precioso, muy parecido a Montevideo con la rambla y la gente que sale a hacer actividades. Quiero ir sin falta a Jerusalem y el Mar Muerto. Sé que no me puedo ir sin conocerlos”.
Estar lejos de casa, en un país desconocido, puede no ser muy cómodo, pero Florencia se siente muy bien tratada. “Me siento bárbaro. El grupo humano, el equipo, el cuerpo técnico, todos muy bien conmigo.Y las jugadoras israelíes, super integradoras. Están acostumbradas a recibir asiduamente a extranjeras y ya lo tienen bastante incorporado. Toda su actitud es muy buena”. Además de Florencia, hay otras tres extranjeras: la argentina Carla Castiglionie–con quien comparten el departamento-, una brasilera y una serbia.
El torneo en el que Hapoel Kfar Saba ganó la final –y Florencia levantó la copa- fue un marco separado del campeonato de la liga, que continúa hasta abril. “La victoria en ese torneo fue muy importante porque hacía tres años que la copa quedaba siempre en Macabi Haifa, que es un cuadrazo. Estuvo muy peleado y por suerte terminamos ganando.Ahora hay que seguir con numerosos partidos”.
Quedan varios por disputar. La liga aún está en la fase de grupos y por ende falta todavía para la definición. A fines de marzo se termina de jugar las rondas y recién después la semi-final y la final. “Esta instancia va a ser más difícil, gana el mejor de cinco equipos y son muchos más partidos. Pero nosotros haremos lo mejor”, aclara Florencia, con la esperanza de levantar otra copa también a fin de abril.
Le preguntamos por ese “nosotros”, la primera persona en que habla al referirse a Hapoel Kfar Saba. “La verdad es que estoy bastante acostumbrada a ponerme camisetas de muchos clubes, en Uruguay el mío y la selección…en total 10 ó 12 distintos por poco tiempo, siempre queriendo hacer bien las cosas. Así que ya lo tengo naturalizado. Si te comprometés, si te estás sintiendo bien, todo te sale natural, te ponés la camiseta y das todo por el club de turno”.
Comentamos que suponemos eso no sería posible si no estuviera cómoda en Kfar Saba. Florencia concuerda enseguida. “Me siento cómoda, la verdad, son todos bárbaros, nos ayudan.Yo diría que por un lado somos distintos pero también bastante iguales.Y a nivel del deporte, el idioma es siempre el mismo. Yo siento que están todos para ayudarnos. El trato es muy bueno”.
Preguntamos si ya ha conocido uruguayos israelíes y Florencia comenta enseguida su asombro por lo común que es oír español en la calle, tanto de uruguayos como argentinos. “En el gimnasio al que vamos a hacer pesas me encontré con un uruguayo. Nos pusimos a conversar un rato largo y llegamos a que él tenía su consultorio odontológico a dos cuadras de mi casa en Montevideo. También conocí una familia que tiene una nena que juega al volley. Hace cuatro años que viven acá y siempre que los veo se ponen a las órdenes por cualquier cosa que yo pueda necesitar.Y eso es lindo, porque aunque uno no se conozca, siempre hay gente pendiente para dar una mano”.