Tenemos el honor de compartir con nuestros lectores MiSinaí No. 82. Esperamos que lo disfruten tanto como nosotros.
No. 82
Shemot
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NOMBRES JUDÍOS
Por Naftali Silberberg
¿Cuán importante es la preservación del aspecto “étnico” del Judaísmo? En el curso de los siglos los judíos siempre fueron distinguibles del resto de los ciudadanos no sólo por sus creencias y rituales únicos, sino también por su inconfundible cultura judía. La mayor parte del tiempo conversaban en su propio lenguaje, tanto sea Ladino, Idish o cualquier otro lenguaje “judío” que surgió en el tiempo. Los judíos también eran distinguibles por su forma de única vestir y sus nombres. A cualquier país que llegara, la comunidad judía lograba crear una subcultura que los separaba efectivamente del resto de la gente.
Hoy, muchos minimizan la importancia de mantener esas expresiones externas de nuestra cultura. Quizás esta insularidad era necesaria cuando los judíos vivían en la Edad Media y necesitaban distanciarse del resto de la población que en el mejor de los casos era ignorante y supersticiosa. En una sociedad moderna e iluminada, sin embargo, no hay necesidad de ostentar nuestro judaísmo manteniendo una subcultura judía. El Idish es para Bobe y Zaidy, y la cultura judía es fascinante... cuando se ve en un documental o un museo. En su lugar, se enfatizan las creencias y rituales: la creencia en D-os y la Torá como Su palabra, observar el Shabat, las plegarias, y comer Kosher. El lenguaje, la forma de vestir y los nombres son considerados meras externalidades, superficiales comparadas con la profundidad de la Torá y las mitzvot.
“Los que no estudian la historia están condenados a repetirla.” La indagación de la vida judía en Egipto, la primera vez que nuestro pueblo fue huésped en una tierra extranjera, revela un hecho interesante: nuestros ancestros estaban muy faltos en el área de la observancia judía. En su mayoría habían asumido las creencias paganas de sus amos egipcios y estaban faltos de mitzvot. Lo que sí poseían era un feroz orgullo judío y un rechazo obstinado a identificarse a si mismos como egipcios.
La porción de la Torá de esta semana comienza con las palabras “Y estos fueron los nombres (shemot) de los hijos de Israel que llegaron a Egipto... Reuven, Shimon...”. La Torá menciona los nombres de las tribus porque jugaron un rol fundamental en la eventual redención del exilio egipcio. El Midrash dice que los judíos merecieron la redención de Egipto porque no adoptaron la cultura de la nación que los albergaba. Nunca cambiaron sus nombres judíos, continuaron conversando en la Lengua Sagrada, y mantuvieron su forma de vestir distintivamente judía. “Reuven y Shimon descendieron (a Egipto), Reuven y Shimon salieron (de Egipto), porque no cambiaron sus nombres.”
No es coincidencia que todo el Libro de Éxodo, que discute la Redención y sus repercusiones posteriores sea llamado Shemot.
Usar el nombre judío de uno o llevar kipá puede no ser tan significativo o estimulante espiritualmente como estudiar Torá o hacer una mitzvá, pero en cierto sentido esos símbolos de identidad judía son muchos más importantes. Demuestran el orgullo y la dignidad judías, son símbolos de nuestra singularidad, son nuestra defensa contra la asimilación, y en su mérito seremos testigos de otra redención, la Redención Final.
El Talmud declara, “En mérito a las mujeres justas de esa generación, nuestros ancestros fueron redimidos de Egipto.” La mujer, en su capacidad como base y fundamento del hogar, marca las pautas de toda la casa y es la que determina el carácter del hogar. Las mujeres judías en Egipto reconocieron su responsabilidad y privilegio único, la tarea de criar judíos orgullosos en medio de la cultura más moderna y científicamente iluminada de la época. Ellas cumplieron esta misión y trajeron la redención para toda la nación. De acuerdo a la Cábala, las almas de la última generación antes de la llegada del Mesías son reencarnaciones de la generación que salió de Egipto. Hoy, también, las mujeres que imbuyen a sus hijos con una fuerte identidad judía en la era de Internet, son las que están preparando el camino para la redención final.
CUESTIONANDO LOS CAMINOS DE D-OS
"Moisés regresó a D-os y dijo, 'D-os ¿por qué has maltratado a este pueblo?'" (Shemot 5:22)
En el fondo, Moisés no estaba cuestionando la justicia de D-os, sólo estaba buscando comprenderla. Moisés y el pueblo judío habían heredado su fe en D-os de los patriarcas y matriarcas. Esta fe era realmente muy fuerte, pero para ser redimidos de Egipto y recibir la Torá, no era suficiente que su relación con D-os sea una herencia de sus ancestros, tenían que hacerla propia. Recién cuando uno internaliza esta fe y la hace propia, puede esta permear todo su ser.
Irónicamente, la forma en la que transformamos nuestra fe heredada en nuestra propia posesión es por medio de cuestionarla, no por duda o por el mero hecho de cuestionar, sino para comprenderla verdaderamente.
Fue por eso que, en respuesta al deseo de Moisés de entender los caminos de D-os, D-os le dijo que el propósito del exilio era posibilitar que el pueblo alcance un nivel aún más alto de conciencia Divina que la que podrían alcanzar apoyándose únicamente en su herencia de los patriarcas.
Likutei Sijot, vol. 16, pág. 51.
RABI IOSEF CARO (1488 – 1575)
Rabí Iosef Caro nació en Toledo, en 1488, en una familia de expertos de Talmud. En 1492, con solo cuatro años de edad, tuvo que abandonar el Reino de España a causa de la expulsión de los judíos decretada por los Reyes Católicos, estableciéndose con su familia en Portugal. En 1497 se trasladó con sus padres a Nicópolis, (Bulgaria), donde recibió su primera formación de manos de su propio padre, quien era un eminente talmudista.
En el año 1520 Rabí Iosef Caro emprendió la confección de su obra cumbre en el campo de la Halajá, titulada Beit Iosef (Casa de Iosef). Fue concebida como un comentario del Arba Turim del Rabino Jacob ben Asher.
En el año 1536 decidió vivir en la Tierra Santa, arribando en el mes de Elul a la Ciudad Santa de Tzfat -Safed. En Safed, Rabí Iosef Caro fue nombrado director de la Ieshivá local que, merced a su dedicación, comenzó a atraer a jóvenes e inteligentes eruditos.
Completado el Beit Iosef, Rabí Iosef Caro tomó sobre sí la gigantesca labor de compilar, en base a su anterior obra, un libro que aglutinara todas las leyes que acompañan al quehacer diario judío, en sus más minuciosos detalles.
Se trata, por supuesto, del famoso Shulján Aruj -lit. "Mesa Tendida", nombre que deja implícito el carácter práctico que buscó conferirle su autor, tal como una mesa tendida de la que sólo es menester servirse, el libro o código bajo el cual se embandera el judaísmo leal, el que rige toda la vivencia del judío.
Posteriormente concluyó otra de sus grandes obras, en su forma manuscrita. Era el renombrado Kesef Míshné, un comentario sobre el Mishné Torá, el código de leyes de Maimónides que se encuentra impreso en todas sus ediciones actuales.
Su actividad como maestro y jurista en Safed y su obra escrita hicieron que durante los últimos años de su vida ya se le considerase como el rabino más grande desde Maimónides. Su autoridad en materia de halajá se extendía por toda Europa.
Rabí Iosef Caro murió en Safed, en el año 1575, a la edad de 87 años.
ROSH JODESH
La nación judía es frecuentemente comparada con la Luna. A través de la historia nuestra luz ha aumentado y disminuido. Pero incluso en la oscuridad total, nunca ha sido extinguida. Esta es una razón por la cual, cuando la luna nueva aparece por primera vez en el cielo de la noche, celebramos.
Rosh Jodesh significa “la cabeza de la nueva (luna)” y de hecho es un día (o dos) de celebración que marca el inicio de un nuevo mes lunar.
Cuándo
Los meses judíos, atados al ciclo de la luna, tienen 29 o 30 días. Al final de un mes de 30 días, el día 30 del mes que sale y el primero del nuevo mes son Rosh Jodesh. Luego de un mes de 29 días, solo el primer día del nuevo mes es Rosh Jodesh. Como todos los días en el calendario judío, Rosh Jodesh comienza al anochecer del día anterior.
En tiempos antiguos Rosh Jodesh era declarado por un beit din (corte judía) sólo después que dos testigos creíbles testificaran que habían visto la luna nueva. Desde el siglo cuarto, sin embargo, ha estado determinado por un calendario prefijado.
Qué
En la época del Templo, se traían ofrendas especiales en honor del día, conocidas como ofrendas musaf (adicional), se agregaban toques de trompeta celebratorios al servicio diario. Hoy no tenemos un Templo al que llevar sacrificios. Pero conmemoramos el día de varias formas.
Durante los servicios:
• En cada una de las tres plegarias diarias insertamos un párrafo especial que comienza con las palabras iaaleh veiavo, en la cual pedimos a D-os que nos recuerde y favorezca en este momento auspicioso.
• Una versión truncada del Hallel, una colección de salmos de alabanza (Salmos 113 a 118) se recita después de los servicios matutinos.
• Se saca la Torá y leemos cuatro alias de Bamidbar 28, donde D-os dicta las ofrendas de Rosh Jodesh.
• El salmo del día es seguido por el Salmo 104, que contiene las palabras, “Él hizo la luna para calcular las Festividades”.
• Esto es seguido por una plegaria adicional llamada musaf, en conmemoración de las ofrendas adicionales del Templo.
Durante el día:
• Algunos tienen la costumbre de hacer una de sus comidas más festiva comiendo pan y otras delicias.
• Después de comer no olvide insertar el párrafo iaaleh veiavo en la Bendición Después de las Comidas.
Día de las Mujeres:
• Rosh Jodesh es especialmente querido por las mujeres, y muchas lo observan tomándose el día libre de las tareas de la casa como lavar y coser.
• Recientemente ha habido una explosión de hermosas reuniones de Rosh Jodesh, donde las mujeres se juntan para estudiar Torá, recitar Salmos y compartir inspiración.
Otros:
• En el Shabat anterior a Rosh Jodesh, conocido como Shabat Mevarjim, se recitan plegarias especiales en la sinagoga pidiendo que el nuevo mes nos traiga solo felicidad, bondad, salud y todas las cosas buenas.
• En Rosh Jodesh es costumbre que la gente se desee Jodesh Tov, que significa “buen mes). Que así sea, Amen.
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