60 años
Julio María Sanguinetti)
Que un semanario en papel sobreviva ya hoy es un milagro. Que pueda cumplir 60 años, más aún. Solo la pasión, la convicción, la tenacidad, hacen posible la vigencia de esa doble ventana: la del mundo judío desde el Uruguay y, a la inversa, la de Uruguay desde el mundo judío, con su capitalidad en Jerusalem. Esa comunicación de ida y vuelta es la expresión de una hermandad histórica, desde los ya lejanos tiempos en que nuestro país fue protagonista relevante del nacimiento del Estado de Israel.
Semanario Hebreo es, por lo dicho, una institución. Algo más que un periódico, un lugar de referencia, de anclaje, de reflexión y a la vez compromiso. Y, como toda institución, es hija de un líder, que la imaginó, la fundó y la instaló con su inteligencia y su devoción a la causa: José Jerozolimski. Le conocimos desde siempre, como a Paloma, su señora, con quien compartimos aulas en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo, legendario baluarte de la enseñanza pública de nuestro país.
Con “Iero” vivimos juntos luchas y momentos. Las peripecias de Israel fueron normalmente nuestro diapasón, a cuya convocatoria nunca rehuimos. A la distancia, podemos evocar esos tiempos no solo con el aire siempre grato de la juventud sino también con esa tranquilidad de conciencia que nos regala el haber sido útiles a una gran causa consagrada por la historia.
Cuando se fue “Iero” entró Ana, continuadora de su padre, no sólo en sus ideales sino en ese espíritu infatigable de permanencia, de superación de la adversidad, de firmeza en la convicción y capacidad para sustentar la opinión. Una gran periodista también. Pensando y escribiendo, porque el periodismo nos mide en esa doble mirada, la del fondo y la de la forma.
Valgan, entonces, estas palabras como un testimonio. De quien ha compartido la vida y la lucha de este Semanario del que siempre nos sentimos parte y en el que tejimos lealtades y amistades.
Ya es una vida.
