Más allá del enorme cariño personal que le tenemos, incluir a Braja Szylkowski en una serie sobre figuras que aportaron a la colectividad judía uruguaya, es un acto de especial justicia. Fue durante décadas una verdadera institución en la educación judía en nuestro país, como maestra y directora de hebreo en la Escuela Integral Hebreo Uruguaya.
Si bien esta entrevista es indudablemente sólo un pequeño resumen de todo lo que Braja tendría para decir, no queremos dejar pasar la oportunidad de compartirla ya ahora.
P: Braja querida, cuando se habla en pilares de la educación judía en Uruguay, uno de los primeros nombres que me vienen a la mente, si no el primero, es el tuyo. Aunque suene a demasiado serio, y conociéndote no querrás etiquetas muy formales, no tengo dudas de que todo alumno de la Escuela Integral que estudió cuando tú eras docente y por supuesto directora de hebreo, dirá que Braja era una institución. Mirando hacia atrás, primero a grandes rasgos ¿cómo resumirías tu camino por la educación judía uruguaya?
R: Yo estudiaba ciencias económicas en el I.A.V.A. A los 15 años mi madre Z”L, una mujer muy inteligente, consideró que yo era muy tímida y que me haría bien viajar a Israel para aprender a arreglarme sola. Tenía 15 años. Mi infancia había transcurrido entre la escuela Mizraji de educación judía, la escuela de práctica número 131 Chile y el liceo Rodó. En 1962 embarqué a Israel vía Italia. 21 días de navegación en tercera clase comiendo comida kasher envasada, llegamos a Lisboa y ahí nos dimos el lujo de comer algo fresco. Ese mismo año, 1962, acá en Montevideo se fundó la Escuela Integral, mientras nosotras-otras compañeras y yo- estábamos estudiando en Israel. Ese año quedará para siempre grabado en mi memoria, por lo mucho que aprendí y por los grandes personajes que pude conocer personalmente. Caminando por la calle conocía Golda Meir y Moshe Dayan. La charla con ellos dejó en mí una profunda huella. Tuve el privilegio de que me eligieran para pronunciar el discurso de cierre del Majon Gold, donde estudiamos. No sé si tenía méritos para ello pero me gratificó mucho.
El Director del Majon, Rab Shlomo tal, me invitó a quedarme un año más, pero yo me imaginé a todas mis amigas llegando al puerto de Montevideo y a mis padres sufriendo porque yo no había vuelto, y decidí volver.
Al volver a Montevideo tuve el privilegio de empezar a trabajar como mora en tercer año de la escuela Mizraji donde recogí experiencias inolvidables.
P: Seguramente tu propia vida, las distintas etapas, se entrelazó con la educación judía.
R: Sin duda alguna. Te cuento que en 1963 conocí a quien fue mi marido durante 54 años, Salomón Szylkowski Z”L, con quien me casé en 1965. Ese mismo año se fundó el liceo Yavne en la calle San Salvador. Fuimos tres los morim judíos invitados a comenzar esa gran tarea. Musy Bar Z”L, Yaakov Preizler Z”L y yo: Bela Margulies Bergstein.

P: “Alias” Braja para todos tus alumnos y creo que no sólo para ellos. Así que yo te presenté como símbolo de la Escuela Integral, pero de hecho sos la única con vida, hasta los 120, de quienes fueron los primeros morim del Yavne…
R:Exactamente. Nuevamente me siento privilegiada por sobrevivir a esos maravillosos morim y compañeros que me enseñaron mucho. Y es cierto que luego, mi vida fue de la mano de la Escuela Integral. En el año 1967 decidí tomar un camino un poco diferente, en educación judía menos ortodoxa. Me recibió el director general, profesor Abraham Kochavi y me pareció correcto anunciarle que estaba embarazada. Me preguntó:” ¿después, vas a seguir trabajando? “ Y aquí me tuvieron hasta 2003.

P: ¿Cuándo naciste? ¿Cómo era tu hogar?
R: Nací el 29 de marzo del 1946 en Montevideo. Mi padre vino al Uruguay, solo, antes de la Segunda Guerra Mundial siendo huérfano. El resto de su familia quedó allá, en Polonia. Era un hogar de padres tradicionalistas , muy trabajadores. Mis padres tenían un pequeño comercio en la calle Andes, donde mi padre trabajaba todo el día en la máquina de coser arreglando ropa y mi madre era una excelente vendedora. Incluso un día llego a vender un vestido que tenía puesto.
P: ¿Qué recuerdos te llevaste contigo de Ia Integral para siempre, de esos que nunca se borran? Tendrás miles de anécdotas.
R: Mi debilidad eran los niños que lloraban, los traía a mi oficina y tomábamos juntos un té. Yo consideraba y sigo pensando que si un niño llora es porque le pasa algo. Inolvidable es la anécdota de un niño que vino llorando a mi oficina y me dijo: “Braja, me pegaron” y yo pregunté:¿por qué? Y el me contestó: “porque yo soy blanco y de Nacional, y aquí son todos colorados y de Peñarol”. Ese niño, es una figura conocida que aparece hoy día en televisión y yo siento una caricia en el corazón, quizás sea soberbia. Otra anécdota inolvidable la tengo en el año 1966. Embarazada y morá de primer año. Un niño, hoy un hombre grande con hijos me dijo: “chiche, preciosa, me podés atar la moña? “
Yo le dije: “decime por favor” Y él me dijo: “te querés casar conmigo? “Si siguiera contando anécdotas, llenaría todo el reportaje y aburriría, pero para mí, son un tesoro.

P: Estoy segura que no aburrirías a nadie. Quienes fuimos tus alumnos te asociaremos siempre con la docencia en la escuela y liceo. Pero seguramente hiciste otras cosas también…¿Me podés contar?
R: Me eligieron para ser representante de la Sojnut, la Agencia Judía, un cargo que siempre había estado a cargo de shlijim, de enviados especiales de Israel. También tuve el privilegio de dirigir el seminario (centro de formación docente). La mayoría de los morim fueron alumnos míos y muchos pasaron a ser referentes de la educación judía en Uruguay e incluso otros países de América e Israel.
P: Yo creo que uno piensa que sus maestros estarán por siempre en la escuela. Finalmente, hace ya mucho que te jubilaste.
R: Me jubilé en el 2003. Por un lado me empujó la salud y por otro seguí dando clase a adultos fuera de la escuela, tanto sobre Tanaj como sobre cuentos jasídicos que dejan enormes enseñanzas.
P: ¿A qué aspiras hoy?
R: En este mundo incierto me es difícil decidir lo que quiero. Lo que más me digo a mi misma es que siempre fui una privilegiada. A los 18 años me casé con un hombre que hizo todos los esfuerzos por estimularme, gratificarme y me ayudó a crecer. Tengo dos hijos a los que veo atravesar estos tiempos difíciles y me llenan de orgullo con sus virtudes y defectos. Tengo 6 nietos, todos muy diferentes, a los que veo y abrazo poco y les conozco más las voces tecnológicas que las reales. Tengo 74 años y todos los días recuerdo que fui una privilegiada. Mi mente conserva maravillosos momentos y amigos cosechados.
P:¿Algo que quisieras agregar Braja?
R: Sí, quisiera contar que cuando me jubilé, recibí un mensaje de un ex alumno que tuvo una vida muy dura y decía así: “Braja, me enteré que te jubilaste, tu rostro estará entre los mejores recuerdos de mi infancia”. Mi mente está llena de recuerdos maravillosos, familiares y profesionales.
P: Qué emotivo Braja…evidentemente, se cosecha lo que se siembra. Gracias, muchísimas gracias.
R: A ti, y muchas gracias por el interés.