Mundo Judío

Mi Sinaí

Tenemos el honor de compartir con nuestros lectores MiSinaí No. 75. Esperamos que lo disfruten tanto como nosotros.

No. 75
Toldot
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 20/11  19:16
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DIFERENTES PERO IDÉNTICOS

Por Moshe Bryski

La porción de la Torá de esta semana, Toldot, nos presenta a la familia patriarcal de Itzjak, hijo de Abraham, y dice: "Y esta es la descendencia de Itzjak, hijo de Abraham. Abraham había engendrado a Itzjak". Visto que no podemos considerar que la Torá es redundante, este versículo inicial plantea la siguiente pregunta: Una vez que se nos ha dicho que Itzjak es "hijo de Abraham", ¿es necesario recalcar que "Abraham había engendrado a Itzjak"?

El Midrash explica que dicha aseveración sirve como testimonio divino de que Itzjak era el hijo biológico de Abraham. Que en virtud de los rumores que circulaban en los que se aseguraba que Itzjak había sido engendrado por el rey filisteo Abimelej, D-os le había dado una apariencia física similar a la de Abraham para que el mundo no tuviera dudas de que "Abraham había engendrado a Itzjak".

Otro comentario del Midrash que desarrolla este tema nos dice que ese parecido físico entre Abraham e Itzjak era un reflejo de su parecido espiritual: sus méritos, sus nobles búsquedas, incluso el ADN espiritual de padre e hijo eran completamente idénticos. Sin embargo, esta declaración de similitud espiritual, sin mencionar el parecido físico, es bastante curiosa.

Se nos dice que la principal forma de servicio de Abraham es por medio de su misericordia (jesed). Esto se demuestra en reiteradas oportunidades por medio de sus incesantes actos de hospitalidad, compasión y benevolencia. Él abría la puerta de su hogar a los viajeros hambrientos y se acercaba a otros para enseñarles con ternura, paciencia y sensibilidad.

Itzjak, por su parte, se vinculaba por medio de la severidad y la moderación (guevurá). Era una persona mucho más exigente. Esto se refleja en su desafiante e implacable actividad de cavar pozos. Incluso, cuando sus enemigos seguían tapándolos y destruyendolos, Itzjak retiraba las piedras y la suciedad para descubrir las aguas que se encontraban debajo. Con fuerza y determinación, quitaba el schmutz, la maldad y la falsedad que se encontraban en la superficie, para destapar los reservorios de bondad y verdad enterrados.

De hecho, todo lo que sabemos sobre Abraham e Itzjak parece querer demostrarnos que eran muy diferentes. Que si alguna vez hubo un padre y un hijo tan distintos entre sí, ese es el caso de estas dos personalidades tan individualizadas. Sin embargo, el Midrash afirma que, de hecho, Abraham e Itzjak se parecían en todo sentido.

En esta paradoja ubicada en el corazón de la familia de Israel, yace la verdadera belleza de nuestro pueblo. Situaciones diferentes requieren soluciones diferentes. En los días de Abraham, en los que no había conciencia de la presencia divina, el mundo necesitaba de alguien con su personalidad. En los tiempos de Itzjak, cuando la hostilidad estaba acechando a la vuelta de la esquina, el mundo necesitaba de alguien con la personalidad de Itzjak.

A pesar de esto, ambos individuos, quienes asumieron con firmeza las diferentes misiones que les tocaron con distintos métodos y características, son considerados idénticos en espíritu (y en esencia) porque su objetivo final era el mismo. Sus principios, valores y devoción hacia D-os eran exactamente iguales. Abrieron caminos diferentes, pero ambos caminos llevaban al mismo destino: construir un entorno más santo y moral donde vivir.

El gran maestro jasídico, Reb Zushe de Anipoli, una vez, señaló que, cuando pensaba en la pregunta que lo aguardaba al final de sus días en la tierra, no temía que le preguntaran: "Zushe, ¿por qué no alcanzaste la grandeza de Abraham, de Moshé o del Rey David? Este interrogante no le preocupaba. Lo que verdaderamente temía era que le preguntaran: "Zushe, ¿por qué no alcanzaste la grandeza de Zushe?"

Cada uno debe explotar al máximo su propio potencial, ni más ni menos. El judaísmo y el estilo de vida de la Torá celebran la individualidad. Cada uno está dotado de sus propios talentos, pasiones y formas de expresarse. En lo que respecta al carácter y a la personalidad, no existen dos personas iguales. Esta es la forma en que fuimos creados por D-os, ya que solo podemos comprender su verdadera intención en la creación de este mundo por medio de las diversas expresiones de las multitudes que él creó.

Todos y cada uno de los judíos, hombre, mujer, niño, toca un instrumento diferente y especial en esta sinfonía que es el judaísmo. Dentro del contexto y el marco de la halajá y la tradición, existen infinitas maneras y modelos de servir al Todopoderoso. Desde lo intelectual hasta lo emocional, desde lo ritual hasta lo artístico, cada uno es llamado a experimentar todos los acercamientos, incluso, si brillamos en un área más que en otras. Lo que inspira, estimula e intriga a algunos puede no hacerlo a otros. Sin embargo, en la cima de todo, se encuentra ese lugar en el que todos somos y debemos mantenernos idénticos. La verdadera similitud entre todos los hijos de Abraham, Itzjak y Iaacov yace en los objetivos esenciales de vivir y desarrollarse según los principios de nuestra sagrada Torá.

Dejemos que cada instrumento de la orquesta contribuya con su sonido y su ritmo especial. No obstante, asegurémonos de estar todos tocando la misma melodía, guiados por el único Director de orquesta que existe, para que en vez de ser una cacofonía de sonidos disonantes, podamos producir una hermosa sinfonía de armoniosa diversidad.

MOSTRANDO RESPETO RESPETUOSAMENTE

"Esaú fue a lo de Ismael y se casó con Majalat, la hija de Ismael el hijo de Abraham." (Bereshit 28:9)

El respeto de Esaú por su padre era legendario. Esperaba a su padre vestido con prendas especiales. Cuando decidió matar a Jacob, se abstuvo de hacerlo a pesar de su furia inmensa para no causar dolor a su padre. Cuando escuchó que sus esposas cananeas disgustaban a sus padres, no perdió tiempo en casarse con su prima.

Sin embargo, la reverencia de Esaú por su padre no le impidió que le hablara en forma irrespetuosa, diciendo “Mi padre, levántate”. En cambio, su hermano Jacob cortésmente le pidió a Isaac “Por favor, levántate”. Similarmente, Esaú se refirió más tarde a la muerte de su padre Isaac en términos duros diciendo “Los días de duelo por mi padre pronto estarán aquí.”

Podemos aprender del comportamiento burdo de Esaú que una faceta esencial en hacer lo que es correcto es hacerlo de una manera amable y considerada. Por ejemplo, las palabras que decimos no solo deben ser significativas y libres de cualquier tipo de conversación prohibida (falsedad, chisme, calumnia, etc.), también deben ser refinadas y delicadas, como fueron las de Jacob.

Séfer HaMaamarim 5697, pág. 232.

Génesis (Bereshit) 25:19 – 28:9

La sexta sección del libro de Génesis describe la historia (Toldot, en Hebreo) de Isaac y sus hijos, el justo Jacob y el malvado Esaú. Comienza relatando sus nacimientos, que vaticinan su futuro conflicto. Esaú, el primogénito, le vende su primogenitura a Jacob. La narrativa luego sigue a Isaac en Filistea, enfocándose en el curioso proyecto de cavar pozos. Luego vemos a Esaú casarse. Poco después, Rebeca toma la iniciativa de engañar a Isaac para que le conceda a Jacob sus bendiciones - y con eso el futuro liderazgo del pueblo judío - en vez de a su primogénito de hecho Esaú. Luego de darse cuenta que Rebeca estaba en lo correcto, Isaac envía a Jacob a Aram para que se case con la hija de uno de sus parientes.

 

HONRAR A LOS PADRES

Honrar a los padres es una de las mitzvot selectas que figuran en los Diez Mandamientos. La Torá nos dice: "Honra a tu padre y a tu madre" y también nos dice "Honra a tu D-os", dando así a entender que honrar a los padres… ¡está en el mismo nivel que honrar a D-os!

Al fin y al cabo, por más que respetemos a nuestros padres, nunca podremos pagarles lo que hicieron al traernos al mundo. Pero esa no es la única razón para honrarlos: también es una mitzvá, y esa es una razón suficiente.

En realidad, son dos mitzvot: honrar y respetar. ¿Cuál es la diferencia?

Honrar significa:

• Cuando tu mamá o tu papá entran a la habitación, ponte de pie. Y quédate parado hasta que ellos se sienten o estén fuera de la vista o hasta que te digan que te sientes.

• Sirve y asiste a tus padres en todo lo que sea posible y cada vez que sea posible. Dales de comer, vistelos y proporcionales medios de transporte.

[Si tus padres pueden afrontar estos gastos, no estás obligado a pagarlos. De hecho, los padres se sienten mejor cuando se pueden mantener a sí mismos financieramente].

Respetar significa:

• Si tu padre o tu madre tiene un lugar especial en el que se sientan, no te sientes allí.

• No contradigas a tus padres en la cara. Siempre hay una forma discreta de encarar las discusiones/los entredichos. Cuando no estés en su presencia, podrás expresar una opinión contraria, pero siempre de modo respetuoso.

• "¡Papá, yo creo que tienes razón!", esta también es una forma de hablar poco respetuosa. Tus padres no necesitan de tu aprobación.

• A menos que te pregunten cuál es el nombre de tus padres, no los llames ni te refieras a ellos por su nombre ni siquiera póstumamente.

Detalles técnicos:

• Los padres que son psicológicamente inestables también deben ser respetados. Si esto se vuelve demasiado difícil, contrata a un empleado que ayude a su cuidado.

• Los padres pueden renunciar al honor que se les debe, por ejemplo, dejando que sus hijos no se pongan de pie por ellos.

• También tenemos el deber de respetar a los padrastros, madrastras, suegros, abuelos y hermanos mayores.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
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