Con el Gran Rabino de la Kehilá, sobre su rol en pandemia y el desafío de estos Iamim Noraim
Pedimos al Rab Max Godet sus comentarios sobre lo singular de estas Altas Fiestas en un año de pandemia, así como también sobre las enseñanzas que dejó el tener que lidiar con el Coronavirus.
¿Como sientes los preparativos para este jag desde el punto de vista comunitario como rabino de la Kehilá, con esta singularidad de Iamim Noraim en pandemia?
Normalmente la preparación para los Iamim Noraim en cualquier comunidad, empieza por lo menos unos cuatro meses antes. Este año, tuvimos que prepararnos para varias posibilidades, conscientes de que solamente dos semanas antes estaríamos seguros de cómo realmente sería. Preparar los Iamim Noraim, sin saber cuánto tiempo duraría cada rezo, cuantos podríamos hacer, cuantas personas y quienes podrían o no participar, fue realmente un gran desafío.
También durante este mes de Elul, que antecede a Rosh Hashaná, se siente muy diferente sin los brindis institucionales, y las numerosas actividades comunitarias presenciales que normalmente se realizan durante estos días.
¿Que se aprendió de la crisis, que valores judíos te ayudaron a lidiar con esta situación y que desafíos especiales impuso la pandemia desde tu rol comunitario?
Más que cualquier año, este nos enseñó que de nuestras vulnerabilidades vienen nuestras fortalezas. Cuando estamos abiertos a nuevas posibilidades todo es posible.
Aprendimos principalmente que no tenemos el control de todo, que por más que tengamos todo el futuro planeado, todo puede cambiar en un minuto. Solamente el presente es real, el aquí y ahora, todo lo demás no pasa de una ilusión. Buscar la certeza sobre lo que está por venir, implica renunciar las sorpresas de la vida, deberíamos acostumbrarnos con la incertidumbre, la vulnerabilidad es la esencia del ser humano. El miedo a la incertidumbre bloquea las oportunidades.
La ley judía nos prohíbe hacer planes durante el Shabat, también de preparar cualquier cosa para el día siguiente. La idea es que podamos vivir por lo menos un día a la semana, conectados con el presente, sin planes, sin proyectos, que disfrutemos de lo que ya tenemos. La pandemia nos quitó la posibilidad de hacer planes, y nos obligó a acostumbrarnos con el presente.
Desde mi rol comunitario, desde el inicio de la pandemia me vi obligado a buscar alternativas para que la vida judía no fuera perjudicada. Fueron muchos los desafíos, pero descubrimos que hay otras formas de trabajar, nos acostumbramos a hacer siempre lo mismo y nos cerramos a nuevas posibilidades. Sin dudas las clases, rezos y eventos virtuales fueron un gran éxito, me costó mucho aprender a hablar a una pantalla sin sentir la energía y ver las expresiones de las personas con quien estoy hablando. Una vez que me acostumbré, entendí que descubrí un nuevo mundo. Muchas personas que normalmente no irían a actividades presenciales ahora participan con frecuencia de las actividades a distancia. La oficina del rabinato se convirtió en un set de grabación. Entro y salgo del zoom tantas veces durante el día, que ya me pregunto si no debería poner una mezuzah en la pantalla de la computadora.
Genial ese comentario…serías un precursor sin duda. ¿Como serán las celebraciones de los Iamim Noraim con las limitaciones de estos días?
El hecho de que podamos realizar 3 rezos diarios en los días de Rosh Hashaná y Iom Kipur, aún con las limitaciones de tiempo y aforo, es un gran privilegio. En muchos países esto no será posible. Este año los rezos serán más cortos, pero no menos significativos, también participarán menos personas. Me entristece que no voy a ver a muchos de los que cada año participan asiduamente de los rezos y este año no podrán estar porque están en el grupo de riesgo, al que se recomienda no acudir a los rezos. Pensando en este grupo, organizamos, además de los rezos en el shil, toques del shofar y actividades en espacios públicos abiertos.
Por otro lado, estoy seguro que las celebraciones en las casas, sean los tradicionales almuerzos y cenas en familia, o momentos de reflexión y rezos, serán aún más significativos. No se va a vivenciar menos a estos Iamim noraim. Al contrario, el shofar va a sonar aún más fuerte en nuestro interior. El próximo año, volveremos a llenar a las sinagogas y volveremos a abrazaremos todos, sin miedo.
Que así sea querido Max.
Que sea un año de crecimiento, de desarrollo personal, de salud y alegrías.
¡Shaná Tová umetuká!