Es la Directora de Educación de la NCI y esposa del Rabino de la comunidad Dani Dolinsky
No hay duda que este es un año sumamente particular. Tanto es así que cuando recién comenzaba la cuarentena, una de las primeras cosas que pensé fue en cómo íbamos a poder hacer para estar los 5 en casa..¡¡Todo el día juntos!!
Lo que pasó fue todo lo contrario de las dudas iniciales. Disfrutamos muchísimo del tiempo de calidad en familia.
Tuvimos más tiempo para charlar, para jugar, para estudiar, para cocinar y hasta para reírnos juntos.
Logramos valorar aún mas todos esos momentos simples que la vida nos propone día a día.
Esta pandemia nos recordó lo frágiles que somos y lo impredecible del futuro, pero también abrió nuestros ojos a todo aquello que permanentemente postergábamos, es así, que también ha tenido un impacto muy positivo en muchas de nuestras conductas fortaleciendo la convicción de no posponer lo que nos hace bien.
Descubrimos la importancia de lo simple, de lo sencillo, resignificamos el compartir, y aprendimos a reconfigurar nuestras escalas de valor y descubrimos cuan valiosas eran muchas de nuestras experiencias que ahora no podíamos vivir.

¿Y las fiestas?
Y hoy a pocos días de Iamim Noraim yo creo que todos estamos atravesados por la misma inquietud. ¿Cómo será? ¿Cómo mantener una experiencia de conexión comunitaria tan especial en el marco de esta nueva normalidad? ¿Cómo sentir cercanía a la distancia?. Estamos llenos de interrogantes, y yo pienso que no hay nada más judío que ello.
Los judíos sabemos que la vida se compone de mucha incertidumbre y alguna que otra certeza y la historia judía nos enseña como fuimos capaces de transformar cada incertidumbre en una oportunidad.
¿Se imaginan una mamá o papá judío que no haga preguntas? Somos especialistas en ello, pero también en sobreponernos a las adversidades o en unión familiar y ni que hablar en amor y entrega.
Esta vez, nos estamos preparando de una “manera especial”, para vivir unos Iamim Noraim “especiales”.
Todos los años hacíamos ciertas cosas que este año vamos a modificar.
Este año no pudimos juntarnos a escuchar el shofar todas las mañanas, pero comunitariamente, logramos que el shofar llegue a todos de una manera muy emotiva, con un saludo, un deseo y las correspondientes tekiot.
Este año las tradicionales clases y actividades presenciales multitudinarias, tuvieron que postergarse para un futuro mejor. Sin embargo, sí pudimos llegar a todo el que desee vivir experiencias transformadoras preparándose espiritualmente para el nuevo año, a través de diferentes encuentros por zoom y pequeños encuentros presenciales cumpliendo estrictos protocolos sanitarios en nuestra NCI, porque este tiempo no se trata de “no hacer”, más bien hemos aprendido que se trata de “hacer diferente”. Lo más importante es que todo lo hagamos cuidándonos entre todos.
Cada año a estas alturas, empezamos a pensar cuántos seremos los que estaremos sentados a la mesa familiar. Ahora sabemos que no tendremos grandes mesas, que aunque nos encantaría, debemos pensar en pequeño y ser cuidadosos de contribuir positivamente a no correr el riesgo de propiciar nuevos focos de contagio.
A quienes disfrutamos los jaguim y especialmente Rosh Hashaná, nos encanta preparar hogares y mesas para compartir con familia y amigos, entonces comprendimos que este año debemos generar esa capacidad creativa que fluya desde nuestro interior y nos permita que todos los NO de este año diferente, se transformen en preciosos SI.
Entonces dijimos SI a clases de cocina virtuales, Si a amasados de jalá familiares a distancia, SI a cenas a través de internet con gente que está a pocas cuadras de casa, o cruzando el charco, o hasta incluso cruzando el océano, SI a seguir viviendo la vida a pleno.
Tomando una hermosa enseñanza de mí esposo el Rab. Dany: “Este período de tiempo desde el comienzo de Elul hasta Simjat Torá es el tiempo del IZUN, (el balance, equilibrio). Este balance es un tiempo de transición entre lo hecho, que nos es conocido y lo que vendrá, que nos es totalmente misterioso. Tomemos la lapicera de la vida y escribamos las mejores historias en las páginas de nuestra existencia”
Una vez más, Rosh Hashaná, nos enfrenta con nuestro YO INTERNO.
Como todos los años reflexionamos sobre nuestras acciones pasadas y nuestros deseos para el futuro.
Reacomodamos nuestras prioridades.
Nos rearmamos sin dejar de tender una mano a quien lo necesite.
Todos los años tenemos la maravillosa oportunidad de renovarnos.
Sin dudas estos Iamim Noraim van a ser diferentes para mi pequeña familia y para mi gran familia de la NCI de Montevideo.
Ojalá que en este 5781 que comienza podamos abrazarnos más, podamos entendernos más, podamos seguir compartiendo momentos únicos y podamos seguir viviendo en comunidad.
¡Shana Tová umetuká para todos!
Pero no me despido sin antes compartir una receta fácil de LEICAJ (torta de miel) para que tengamos un año muy dulce.
LEICAJ
4 huevos
1 taza de azúcar
1 taza de miel
1 taza de aceite
2 tazas de harina leudante
1 cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita de polvo royal
1 taza de té bien oscuro (preparado con 3 saquitos) no caliente
Mezclar todos los ingredientes y al horno a temperatura media durante unos 45 minutos aprox.