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Enrique Aguerre: La bohemia artística es una forma de entender el arte o vivirlo

Enrique Aguerre es el Director del Museo de Artes Visuales del Parque Rodó. Es artista, curador y un ser humano formidable. 

 ¿Qué era lo que te gustaba cuando eras niño?

En relación a las artes, leer. Era un ávido lector con muy buenas bibliotecas familiares a mi alcance, la de la casa de mi abuela materna y la de mi padre eran mis favoritas. Pasé rápidamente de lecturas infantiles y adolescentes a los clásicos y la ciencia ficción (Ediciones Minotauro mediante).

 

 Recordás cuando te diste cuenta que el arte era lo tuyo.

A los 10 años teníamos clases de cine para niños (Plan DENI) en el Colegio Seminario, allí veíamos películas, las analizábamos y luego hacíamos pequeños guiones y storyboards. Fue un primer acercamiento a poder expresarse y comunicarse a través de las imágenes. El cine reunía literatura + imágenes y eso me mostraba un medio artístico que me seducía. Aunque Uruguay en los 70 no tenía cine, o posibilidades de hacerlo en forma profesional, por lo que no podías formarte en el campo audiovisual. Comencé a tomar algunos cursos en Cinemateca, a ir compulsivamente, dos o tres películas por día, y luego con 18 años me inscribo en un Taller de Cine y Video a cargo de Juan José Mugni en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), que dirigía Ma. Luisa Torrens.

Me anoté en el curso que daba Mugni porque él había trabajado con algunos realizadores de cine experimental que me interesaban mucho. Yo ya tenía realizado un corto experimental que había presentado en el Festival de Cine que organizaba el SODRE con la Embajada de España y a partir de allí Mugni me invitó como asistente de dirección en un documental que él dirigió sobre la cerámica de Abbondanza-Silveira que se filmó en la Galería Karlen Gugelmeier. El documental en Super 8 que se llamó “La faz de la tierra” ganó en su categoría en el Festival de Cine que organizaba Cinemateca Uruguaya en 1984.

 

 ¿Quiénes fueron los y las  que te inspiraron como artista?

Inspirar, que no influenciar, en el concepto de artista con toda la carga que conlleva el término, sin duda alguna: María Freire. Tuve el privilegio de trabajar con ella registrando y realizando videos sobre su obra y la de José Pedro Costigliolo durante ocho años. Con el tiempo fui comprendiendo muchas cosas en torno al arte que ella generosamente compartía conmigo.

 Nombrame dos museos del mundo que te fascinan.

Fundación Gubelkian en Lisboa y el Museo de Arte de San Pablo (MASP) son dos de mis museos preferidos. Dejo los grandes museos afuera a propósito, y elijo dos que tienen colecciones maravillosas pero que además a través de su arquitectura propician una experiencia única. En el caso del MASP se impone esa enorme estructura de hormigón armado y vidrio de la Arq. Lina Bo Bardi sobre la Av. Paulista. La Fundación Gubelkian con sus hermosos jardines que separan los diferentes espacios expositivos generan el mejor estado de ánimo que predispone a un mirar más atento.

 ¿Qué es el video arte? ¿Cuáles fueron tus primeros pasos en esa disciplina?

El videoarte es una práctica artística que surge a mediados de los ´60 donde el video portátil es utilizado en un principio para registrar performances, danza o land art y luego pasa a ser soporte de experimentos audiovisuales que van desde una suerte pintura expandida, a otras formas de pensar el cine o la televisión. Es una práctica artística fruto del siglo XX.

Yo venía del cine experimental en formato reducido (8mm y Super 8) y pasé al video en 1985, me interesaban mucho las posibilidades que ofrecía. En 1988 formamos el Núcleo Uruguayo de Videoarte (NUVA) con otros artistas y a partir de ese momento realicé más de cuarenta video monocanal y varias instalaciones de video. Ya a fines de los ´90 me interesé por el arte digital pero desde la programación, no utilizando software comercial.

 ¿Cómo se vive del arte en Uruguay? No debe ser tarea fácil.

No es fácil vivir del arte que uno produce en ningún país del mundo, y las estrategias que permitan continuar haciéndolo son varias. En mi caso, me dediqué a realizar videos institucionales o comerciales (varios de ellos sobre artistas), dar clases (en talleres autogestionados o en la ORT) y a vivir de otros trabajos que no tenían nada que ver con mi obra artística. 

 Dejaste de crear arte para gestionar arte. ¿Cuáles fueron las pérdidas y cuáles las ganancias? ¿Mucha nostalgia?

Es verdad, si bien trabajaba en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) desde 1997, cuando paso a dirigirlo mi trabajo cambia radicalmente. Pero no hablaría de pérdidas, creo que me permite crecer en lo artístico y en lo personal, y descubro una faceta del arte que desconocía. Gestionar implica hacer posible proyectos artísticos colectivos y eso da una gran satisfacción cuando se llega a buen puerto.

Por otro lado no soy nada nostálgico, me defino como biológicamente optimista y tiendo a pensar que lo mejor está por venir.

 En algún lugar de lo colectivo, hay una idea del artista cómo alguien fuera de la realidad, con un jean y una remera con manchas de pintura en un estado de felicidad permanente?  ¿Qué hay de cierto en eso?

La bohemia artística es una forma de entender el arte o vivirlo, como también lo es la formación permanente y rigurosa. Lo que no puede desconocer el artista contemporáneo es que su obra debe ser acorde al tiempo que le tocó vivir para tener un real significado.

 Contame la experiencia de la exposición de Pablo Picasso.

La exposición Picasso en Uruguay convocó a 185.000 visitantes de marzo a junio de 2019, un hito histórico para nuestro país en materia de exposiciones de arte. Llevó a todo el equipo del MNAV a trabajar al límite; recibimos un número de visitantes en tres meses igual al que recibimos en dos años.

Cobramos entrada por primera vez en 108 años del Museo Nacional, y lo hicimos porque entendimos que de esa forma se aseguraba el acceso de toda la ciudadanía a la muestra, y los números nos dieron la razón. Vendimos casi 60.000 entradas, y 125.000 personas ingresaron sin costo alguno, entre ellos, 53.000 estudiantes de primaria y secundaria de todo el país con sus docentes y acompañantes. Una gran experiencia de la que aprendimos mucho y que posibilita pensar en nuevos desafíos, de exposiciones que puedan llegar al Uruguay y de grandes exposiciones con nuestros artistas que puedan salir a otros países.

 ¿Qué tiene que tener una persona de “qualifications”, estudios y habilidades para gestionar un museo?

Depende de qué tipo de museo estemos hablando, en el caso de un museo de arte: historiador de arte, curador, gestor cultural. Aunque es habitual que más allá de un director ejecutivo haya direcciones artísticas y administrativas en el organigrama. En nuestro país están faltando una carrera de Historia del arte (de momento es una materia dentro de otras opciones), museología y curaduría, por ejemplo.

En el MNAV hubo ocho directores desde 1911 a la fecha: un crítico de arte e investigador, un arquitecto y seis artistas plásticos o visuales. En mi caso, soy artista visual y curador y además trabajo en el museo hace veintitrés años siendo director desde hace diez. 

 ¿Qué lugar debería tener el arte en la formación curricular liceal?

Uno fundamental, ya que el arte en sus múltiples manifestaciones interactúa con todas las demás áreas o disciplinas. 

 

Janet Rudman
(03 Agosto 2020 , 17:35)

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