Fotos: Gentileza familia Bruk
Javi Bruk (35) y su esposo el Rabino Jaim Shaul (38), tenían un sueño, además de seguir el camino del Rebe de Lubavitch como sus representantes y “shlujim” del movimiento en Montana, Estados Unidos. Querían formar una familia, traer al mundo todos los niños que D´s quisiera darles. Pero se ve que el Topoderoso tenía otros planes para ellos. Niños, sí, varios…pero de otra forma.
“Podría escribir un libro”, nos cuenta Javi , cuyo esposo es primo de Musya, la esposa de Mendy Shemtov, el rabino de Jabad Uruguay. Fue gracias a Mendy que nos enteramos de esta hermosa historia, que vale la pena contar. Agradecemos a Musya el contacto.
El relato es el que grabamos a Javi en esta entrevista especial que nos ha llenado el alma.
Javi y su esposo tienen 5 hijos, todos ellos adoptados. Cuatro de ellos fueron adoptados de muy pequeños, algunos casi apenas nacieron, y una de ellas ya teniendo 12 años. Son cuatro niñas y un varón, Meni. Así lo llaman, pero en realidad, lleva el nombre del Rebe, Menajem Mendel, todo un mensaje.
Meni no sólo es el único varón sino también el único niño afroamericano de la familia. En estos tiempos de profunda tensión en Estados Unidos en torno al tema del racismo, resulta aleccionador escuchar el mensaje de su madre.
Esta es la hermosa historia de Javi y el Rav Jaim Shaul, de sus hijos Shoshana (casi 16)- la cuarta en ser adoptada, cuando tenía 12 años-, Jaia (casi 11), la primera en ser adoptada, cuando tenía dos meses y medio, Zeesy (lo pronuncian Zisi) , de 9 años, la segunda en ser adoptada, cuando tenía 3 días, Meni (7), el tercero en sumarse a la familia y Jana Lea (casi 3), la última en llegar. Los dos menores, Meni y Jana Lea, fueron adoptados apenas nacieron.
P: Javi ¿por dónde comenzamos? Me imagino que por los intentos que hicieron de formar una familia trayendo niños al mundo ¿verdad?
R: Claro…nos casamos y como todos, planeamos ir formando la familia. Pero vimos que no era sencillo, no lo lográbamos. Hicimos todos los exámenes, intentamos varias cosas, pero nada funcionaba. Al final, el médico nos dijo que no podremos traer niños al mundo, que no será posible sin milagros.
P: Justo a gente creyente hablarle de milagros…
R: Yo tenía 23 años en ese momento, Jaim tenía 26. Sentimos que nuestras vidas se daban vuelta. Tratamos de hacer lo mejor. Yo sentía muy fuertemente que no quería vivir sin formar una familia y que si no puedo hacerlo de la forma regular, pues veré cómo puedo lograrlo. Estudiamos distintas opciones, hablamos mucho del tema y finalmente decidimos que la vía es adoptar.
P: Un nuevo camino en la vida, con no pocos obstáculos seguramente.
R: Así es. Comenzamos un viaje muy complicado, que llevó mucho tiempo. Siento hoy claramente que Hashem tiene sus caminos y que eso es lo que debíamos hacer. Siento que así debía yo formar mi familia y que todos mis hijos estaban destinados a nosotros, para ser parte de nuestra familia. Hashem nos ayuda por sus caminos misteriosos. A veces uno tiene que pasar momentos de dolor para ver cuál es su misión en este mundo. Así es.
P: Así que al tener que seguir un camino que no era por cierto el primero en el que habías pensado al casarte, sentiste la plenitud.
R: No es que yo estaba contra la adopción, pero claro que cuando uno piensa en tener niños, no es esa la vía que se le viene a la cabeza. Pero evidentemente eso fue colocado bajo mi radar y además de la felicidad que nos dan nuestros hijos, estoy agradecida por haber podido hallar mi misión en la vida.
P: ¿Te sientes afortunada?
R: Sin duda alguna. Tengo la suerte de tenerlos. Pienso que soy buena madre y soy afortunada por tener la familia que tengo. Sin duda siento que tengo mucha suerte, de tenerlos a todos ellos juntos. E indudablemente siento que esto tenía que ser así. Vinieron con bendiciones y claro que también con desafíos. Hay momentos en los que siento que no puedo, que todo es muy difícil, pero siempre vuelvo a pensar que Hashem sabe lo que hace, que me dio estos niños hermosos porque sabe que puedo lidiar con ello, y entonces encuentros fuerzas renovadas para sobreponerme a los problemas, para caminar junto a los desafíos.
P: ¿Piensas también que les salvaste la vida a ellos?
R: Mira, mucha gente me dice que es una suerte, que quién sabe lo que habría sido de la vida de estos niños sin mí. Pero eso yo no lo sé. No puedo decir que si nosotros no los hubiésemos adoptado habrían tenido una vida terrible. No tengo los elementos para afirmarlo. Pero sí creo que estaban destinados a estar conmigo, con nosotros y que somos afortunados. Nosotros de tenerlos a ellos y ellos de tenernos a nosotros.
P: ¿Tienes detalles de sus historias, del entorno del que vinieron?
R: Cada niño tiene una historia diferente. De la mayoría no tenemos mucha información. Casi nunca recibimos información de los padres. De algunos no sé nada. De Shoshana, que llegó a nosotros a los 12 años, sabemos más porque ella misma puede contar su historia. Pero de los demás no sabemos tanto. Zeesy tiene un síndrome genético llamado Glut-1 del que hay sólo 500 personas en el mundo. Nos llevó 5 años saberlo. No se desarrollaba bien. En Montana no hay muchos especialistas. Viajamos a otros lados para saber y entendimos que es algo muy serio, requiere una dieta especial. No es fácil.
Una adopción singular
P: ¿Cómo fue la historia con Meni, tu hijo varón?
R: Recibimos una llamada cuando su madre todavía estaba embarazada esperándolo. Nos dijeron que es posible que el niño que nazca sea negro, porque era una pareja birracial y no se sabía de antemano. Nos dijeron que teníamos que saber cuál es la situación y que debíamos decidir.
P: ¿Dudaron?
R: La verdad es que yo tuve todo el tiempo la mente muy abierta, a mi esposo le llevó un poco más hacerse a la idea, y al final decidimos que sí.
P: Vi una entrevista a tu esposo en la televisión israelí-Mendy Shemtov me mandó el link-y ahí él explicó que dudó al principio porque él creció en Crownheights, una zona de Nueva York en la que había una comunidad afroamericana numerosa, y él conocía el tema de tensiones sociales .
R: Es cierto. Era consciente de los desafíos con los que se debe lidiar a veces. Por eso dudó. Yo, que crecí en San Antonio, Texas, conocía otro tipo de realidad. El hecho es que al final decidimos que sí. Unas semanas después de nacer Meni se afianzó su pigmentación y quedó bien claro su color. Para mí, a medida que pasa el tiempo, me parece cada vez más hermoso.
P: Lo es. Y tiene una cara de travieso dulce indescriptible.
R: ¡Tienes razón! Lo es, sin duda alguna.
P: Y volviendo al tema, el hecho que ustedes dos, tú y tu esposo, crecieron en lugares distintos desde el punto de vista de la composición social, influyó originalmente en la actitud ante el tema ¿no?
R: Así es. Para mí ese no era un tema. Pero sí creo que tenemos que ser conscientes del otro, ponernos en su lugar, entender cómo se siente. Debemos ser conscientes de lo que él puede pensar sobre su propia identidad. Sabemos que hay gente que no quiere a gente negra y hay que prepararlo a nuestro hijo para el mundo. Pero no que viva con miedo.
P: No es sencillo…cómo alertarlo, advertirle, enseñarle, pero no convertirlo en un desconfiado temoroso.
R: Exacto. Queremos darles a los nenes herramientas para que lidien con todas esas cosas. Yo creo que también es importante explicarles que a veces cuando otros actúan mal con nosotros es porque ellos mismos están mal.
Identidad
P: Y con todo lo que está pasando ahora en Estados Unidos, ese mensaje es clave. ¿Cómo crees que Meni lidiará con todo esto? Ahora es muy chico todavía.
R: Espero que cuando él sea grande y estudie en la yeshiva, ya sabrá quién es y ya se sentirá cómodo con todas las dimensiones de su identidad. Para mí lo más importante es que se sienta cómodo para preguntar, que nunca tenga miedo de hacer preguntas. Algo clave en este sentido es que todos saben que son adoptados. Tenemos discusiones muy abiertas en la familia y eso es clave. Siempre fluyó el tema con toda naturalidad. Si hay secretos, uno se siente avergonzado. Y no hay motivos para ello, todo lo contrario.
P: ¿Ya te ha planteado alguna pregunta compleja? Meni, me refiero….
R: Hace unos meses me preguntó si es cierto que hay personas a las que no les gusta la gente negra. Le dije que ojalá pudiera decir que no es así, pero que sí, hay gente así. Conversamos sobre el tema. Los niños saben llevarnos adonde ellos quieren, ellos nos guían, y ellos solos te dejan en claro hasta dónde pueden lidiar con un tema y cuándo ya no. Le pregunté por qué me lo preguntó y me dijo que una amiga suya le había dicho que a su padre no le gustan los negros. Le pregunté cómo se había sentido con ese comentario y no se mostró demasiado preocupado. Me dijo “no me gustó, pero tengo mis amigos…sólo quería saber qué significaba”.
P: Qué divino…y qué bueno que sepas manejar todo con naturalidad.
R: Yo creo que con los niños no se puede de otra forma. Cuando tenía 4 años nos preguntó por qué él tiene un color distinto de todos nosotros. Un día nos dijo “quiero ser blanco”. Le preguntamos por qué y dijo “porque todos son blancos”. No es sólo que su familia, toda la gente a la que quiere, somos blancos, sino que en Montana hay muy pocos negros. Mi esposo le habló del desafío de ser distinto, hablamos del tema del color de la piel, y mi esposo le mostró fotos de gente negra conocida como el Presidente Obama y la conductora de televisión Oprah Winfrey.
P: Qué ocurrencia…
R: No hay que decir “no te preocupes” sino que no tienen nada que cambiar. El tema es que los niños siempre vienen con sus preguntas cuando estás en medio de algo casual, cocinando o en el baño. Quieren que se los escuche.
P: ¿Cómo fue la reacción de tu entorno cuando adoptaron a Meni?
R: Al principio seguro hubo algunos sorprendidos o hasta en shock, pero la verdad es que siempre recibimos apoyo. Recibimos mucho amor y nos sentimos muy aceptados. Sé que en una situación así no todos viven una experiencia como la nuestra, pero nosotros nos sentimos afortunados. La verdad, creo que la base es que lo que uno da, lo recibe. Somos felices, nuestro hijo es muy seguro de sí mismo y es impresionante. Y nunca nos sentimos juzgados negativamente. Nuestra familia es nuestra mayor bendición. La base es ser feliz y sentirse seguro, no tener miedo de la propia sombra.
Racismo- Momentos de tensión
P: Antes lo mencioné un poco al pasar , pero ahora se están viviendo momentos muy difíciles en Estados Unidos a raíz del trágico incidente en el que un policía mató a George Floyd. ¿Cómo lo estás pasando?
R: Al comienzo era todo muy confuso, pasaban tantas cosas, disturbios, comentarios fuertes en las redes sociales, todo muy fuerte. Me llevó una semana elaborar lo que siento. Teniendo un hijo negro quizás mis sentimientos eran más fuertes y también sentía la responsabilidad de ser cuidadosa con mis palabras y muy auténtica. Y mi sentimiento es que hay un problema sistémico tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo, en todos lados donde hay minorías. Y no lo comparo con el antisemitismo. Los judíos se sienten discriminados a veces, pero son experiencias diferentes.
P: ¿A qué te refieres?
R: Creo que hay algo que yo llamaría “privilegio blanco”. O sea, los negros se enfrentan a una situación peculiar porque se ve evidentemente su color exteriormente, antes de que digan ni hagan nada. Un judío blanco vive otra situación, a menos-claro-que uno sea religioso. Los riesgos de discriminación creo que son mayores para los negros, con lo cual no minimizo por supuesto todo lo que ha sufrido el pueblo judío.
Como judíos sabemos qué significa sufrir y por ende creo que justamente nosotros debemos ser muy empáticos cuando otros sufren. Debemos ser la luz que ilumine cuando algo está mal. Creo que es clave hacer algo para cambiar lo que está mal, no sólo expresar solidaridad. Si no abrazas a tu vecino negro, no haces nada. Y si cada uno da un paso en este sentido, hará un cambio en su familia, en su comunidad y así se irá mejorando. Con sólo decir que hay injusticias no se logra nada. Lo más importante es qué uno puede hacer.
El pequeño cambio que cada uno pueda hacer, suma, y ayudará a cambiar el mundo. Si uno muestra algo bueno, dará el ejemplo a sus hijos y les estará enseñando. Ser buena persona, ser mejor persona, es lo mejor que les puede dar a tus hijos. Cuando más uno mire hacia adentro, mayor será el cambio.
P: ¿Qué tiene que ver tu condición de judía creyente, ortodoxa, de Jabad, en tu visión de mundo?
R: Yo creo que hay muchos ultraortodoxos que viven de acuerdo a los preceptos de la Tora y que tienen claro que allí dice que debemos predicar con el ejemplo, que debemos sentar un alto estándar de comportamiento. Si la Torá dice que hay que tratar a todo ser viviente con respeto, está claro que también a los humanos todos. Ese es un valor central. Creo que es muy difícil ser religioso y racista, porque Hashem nos enseñó otra cosa. Si uno vuelve a leer lo que está escrito en la Torá, ve claramente que con D´s, podemos hallar el camino.
P: ¿Qué quieres para tus cinco hijos Javi, qué esperas les depare el futuro?
R: Yo quiero que sean felices. No puedo hacer el viaje de la vida por ellos. Quiero que tengan una vida hermosa y feliz, exitosa. Yo estaré siempre aquí para ellos, seré su mejor admiradora y alentadora, pero quiero que ellos puedan luchar para ser felices. Yo siempre los acompañaré en los resultados. Tengo que ser la mejor padre que pueda, acompañándolos en su travesía por la vida, pero sin determinar su futuro ni crear lo que yo quiero porque son seres humanos en sí mismos. Tienen que probar, fracasar, caerse, levantarse, disfrutar. Todos queremos ahorrarles sufrimientos a nuestros hijos pero no siempre se puede. Tenemos que estar aquí para ellos, siempre.
P: Lástima que esta entrevista es por teléfono, porque me encantaría abrazarte. Gracias Javi, muchísimas gracias.
R: A ti por el interés.