Mundo Judío

¿Importa cómo se define antisemitismo para combatirlo?

Conversando con Ariel Gelblung, Representante del Centro Simon Wiesenthal para América Latina

Este lunes se publicó en Buenos Aires un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino  que ha sido muy destacado en el mundo judío, especialmente el latinoamericano: Argentina resolvió adoptar la definición de antisemitismo de la IHRA, la Alianza Internacional de Recuerdo del Holocausto. Para entender la importancia de dicho paso y averiguar si tiene un significado concreto, no sólo declarativo, conversamos con Ariel Gelblung, representante del Centro Simon Wiesenthal para América Latina. Conoce muy de cerca todo lo relacionado a la lucha contra el antisemitismo y las singulares características del fenómeno en el continente.

 

P: Ariel, se confirmó este jueves que Argentina adoptó la definición oficial de “antisemitismo” de la IHRA,  que en español llamamos Alianza Internacional praa el Recuerdo del Holocausto. ¿Qué importancia tiene este paso? En lo declarativo formal, es evidente. Pero creo que cabe preguntarse si acaso también se traduce en algo práctico.

R: Yo lo calificaría como la segunda generación en cuanto a legislación antidiscriminatoria. Argentina y otros países de la región adoptaron durante los `90 las primeras leyes antidiscriminatorias. Fue una revolución legislativa que nos permitió avanzar sobre algunos temas de antisemitismo. Pero en la práctica se generaron una serie de lagunas que esta definición permite “llenar de agua”. Mucha de la dialéctica antisemita moderna se esconde en el “no soy antisemita, pero….”. Detrás de una conjunción adversativa como el PERO, nunca viene nada bueno. La adopción de la definición evita esos PEROs.

P: Se me ocurre que aunque lo demos por obvio, no estaría de más explicar por qué esta definición de antisemitismo es considerada tan importante.

R: Porque descubre las máscaras detrás de las cuales los antisemitas se esconden. La adopción de la definición permite calificar como antisemitas las comparaciones de Israel con los Nazis; la demonización de Israel; el doble standard moral; la acusación de doble lealtad; las teorías conspirativas, entre otros supuestos.

P: ¿Qué te consta de los entretelones que llevan a una decisión así? Entiendo que la decisión tiene que ser avalada por supuesto por el Presidente de la Nación, pero el punto clave aquí es Cancillería ¿no?

R: Nuestra institución insiste con esta adopción a todos los países de la región y que soliciten su inclusión en la IHRA como miembros. En cuanto a Argentina en particular, insistimos cuando podemos a los miembros de los distintos poderes. Es parte de nuestra agenda. En Argentina, la DAIA asumió este tema en su agenda y lo solicitó en sus reuniones oficiales. En cuanto al aval, es relativo. En el caso argentino es diferente porque siendo miembro pleno y habiéndola aprobado en el plenario de la IHRA, este “acto administrativo” completa la adopción. Doy un ejemplo. Nosotros denunciamos el año pasado dos hechos de antisemitismo en la Universidad de Cuyo. Cuando fundamos la denuncia sostuvimos que encuadraban en la definición de un organismo del que Argentina es parte y que no hay otra definición en el cuerpo legal que se oponga a la misma. La resolución del caso nos dio la razón. Este acto del Ministerio da más fuerza a lo que desde la Constitución ya tenía su valor.

 

P: Varios de los elementos mencionados en el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino al explicar qué es lo que se considera antes de llegar a la decisión, son más que conocidos. Claro está que nada tienen de nuevo. ¿Es a tu criterio una decisión política? Y no lo digo para restarle importancia, sino para entender por qué ahora sí y antes no. 

R: Es, sin dudas, una decisión política. También es cierto que las instituciones locales tanto como nosotros a nivel internacional empezamos a insistir desde hace un par de años. Reitero: me consta que funcionarios del gobierno anterior creían que habiendo votado la definición en el Plenario de 2016 de la IHRA alcanzaba.

 

P: No puedo dejar de recordar que Uruguay fue el primer país latinoamericano en reconocer la definición de antisemitismo de la IHRA, lo cual fue anunciado el 27 de enero de este año. Pero me extraña que sean pocos los países del continente en ese grupo…¿no?

R: Necesitamos seguir trabajando a nivel continental para que se entienda la importancia que el tema debe tener en esta región. América Latina no solo recibió una gran oleada de judíos después de la Shoá sino que también recibió Nazis y colaboradores de otros países. Por lo tanto existe una responsabilidad a nivel estatal que no puede ser obviada. Si logramos que los estados lo entiendan, deberían no solo adoptar la definición sino también ingresar en la IHRA para aprender cómo generar y aplicar políticas para el recuerdo y la lucha contra el antisemitismo.

 

P: Ahí volvemos, claro, al significado de fondo, que debe ir más allá de lo declarativo. Antes te mencionaba precisamente este punto. Este paso de Argentina es importantísimo como mensaje. Y me pregunto cómo definirías la situación en el terreno en cuanto al antisemitismo en Argentina. Creo que lamentablemente, por más que el Estado argentino a través de esta declaración deje en claro su postura opuesta al flagelo del antisemitismo, no se puede decir que el fenómeno no existe, y a veces de modo preocupante, en el país.

R: El antisemitismo es un problema que no es de Argentina. Cada país y cada región tienen sus características. Se suelen ver episodios preocupantes y cuestiones a atender. Ahora tenemos más elementos para combatirlo. Pero en términos comparativos, Europa y Estados Unidos tienen problemas más acuciantes que América Latina, salvo Chile y Venezuela.

P: ¿Te está sorprendiendo en algo el gobierno del Presidente Alberto Fernández? Para bien me refiero…Quizás acá incluí fuera de lugar una opinión prejuiciosa estimando que su elección, en su momento, y más que nada el hecho que tiene a Cristina Fernández de vice, era motivo de preocupación para la comunidad judía.

R: Todo depende cual es el punto de comparación. La verdad es que en cuanto a nuestros temas Alberto Fernández se presentaba a sí mismo como seguidor de determinadas políticas que se vieron durante el gobierno de Néstor Kirchner. La tarea que Argentina desarrolló durante ese período en la IHRA fue ejemplar. Y en eso está siguiendo esa línea. Que no es la misma, claramente, con la que se veía a la conclusión del segundo gobierno de la actual Vice.

 

P: Ariel, aunque mucho se ha hablado de ello, no puedo dejar de aprovechar esta oportunidad para preguntarte cómo dibujarías el cuadro actual del antisemitismo en América Latina a raíz de la pandemia del Coronavirus. Como sabemos, quienes actúan con odio y prejuicio, siempre buscan demonios a los que endilgar los problemas, y los judíos son un blanco preferidos por muchos energúmenos.

R: Desde el Centro Wiesenthal entendemos que el más moderno virus intersecta con el más antiguo. La verdad es que desde las 10 Plagas de Egipto hasta hoy, nos vinculan con todos los males. 

P: ¿Estamos hablando del antisemitismo popular viejo y conocido, o más que nada del que se nutre de la demonización de Israel de fuentes islámicas y en gran medida palestinas? 

R: Coexisten todos ellos. Los viejos antisemitismos, porque los clásicos nunca pierden vigencia, como las nuevas formas y algunas que nos cuesta identificar, como lo que vemos como los intentos de robo de la herencia judeocristiana a través del cambio de relato histórico.

P: También Irán juega un rol central en este campo. ¿Cómo se lo siente en Argentina?

R: Argentina vivió el rol de Irán en carne propia con los dos atentados, el del 92 y el del 94 y todos los intentos por asegurar la impunidad. Antes de eso, ya la presencia de Hezbollah en la Triple Frontera. Hoy el epicentro de su accionar está un poco más lejos, en Venezuela. Pero estamos permanentemente alertas a sus usinas de odio.

P: ¿Cuáles son los nuevos desafíos en la lucha contra el antisemitismo? La tecnología que ayuda en tantas cosas, y la difusión inmediata en las redes de cualquier difamación terrible, son un serio problema. ¿Pasa en parte por allí?

R: Para el Centro Wiesenthal lo de las redes no es tan nuevo, dado que desde el mismo momento que internet empezó a existir, se rastreó su utilización como plataforma de odio y se trabaja muy a fondo sobre el filtro desde los proveedores. A mí me preocupa más el mensaje de odio directo y certero cuya desarticulación es costosa. El mayor éxito de marketing de quienes nos odian fue instalar desde Durban en 2001 que Israel es un estado que ejerce Apartheid. Pocas palabras tienen una carga tan negativa como esa. Y si tu explicación necesita más de una frase, difícilmente puedas sostener la atención de tu interlocutor. Esos son mensajes que resultan más difíciles de retrotraer. 

P: ¿Algo más que consideres hay que agregar?

R. Gracias….

 

Ana Jerozolimski
(09 Junio 2020 , 04:50)

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(Texto y fotos: Lily Dayton, cristiana israelí residente en Haifa)

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