Una lección de humildad que necesitan todos los gobernantes
El pueblo judío está por señalar Iom Kipur, el Día del Perdón, el más sagrado del calendario judío. Para el Estado de Israel, la fecha significa también otra fecha solemne: un nuevo aniversario de aquella guerra iniciada por Egipto y Siria el 6 de octubre de 1973..la guerra por la que muchos tendrían que pedir perdón…
Ante todo, los agresores..aquellos vecinos de Israel que volvieron a violar su integridad territorial y atacaron sus fronteras, en el día más sagrado del año. “Miles salían de las sinagogas y yo comprendí que aquí estaba por estallar una guerra, ya antes de la sirena que rompió el silencio de Iom Kipur”, escribió el famoso cantante israelí Shlomo Artzi años atrás en el suplemento especial del fin de semana en el diario “Yediot Ahronot”, recordando cómo se vivió aquel momento..con qué espíritu se iba al frente, dejando a su esposa y pequeña hija en casa.
Pero también las máximas autoridades de Israel que atrapadas en una concepción determinada, quizás demasiado arrogantes para lograr leer las señales de advertencia que llegaban desde el terreno, no se prepararon debidamente y se dejaron sorprender. Los expertos del Servicio de Inteligencia, encargados de recabar las piezas del rompecabezas de lo que estaba sucediendo alrededor de Israel, lo decían claramente: “están por atacarnos”. Las señales lo indicaban..El problema fue lo que el gobierno de entonces hizo, o mejor dicho no hizo, con la información.
La combinación del odio de Egipto y Siria, con los graves errores de Golda Meir y su equipo, fue letal: más de 2200 muertos y de 7200 heridos (del lado israelí). Claro que la sensación de victoria con la que quedó Egipto, hizo posible que años después el Presidente Sadat optara por viajar a Jerusalem e intentar la paz..Pero los muertos ya no estaban para disfrutarla.
Y a medida que pasan los años y uno va conociendo más y más gente..más comprende cómo se traducen los números fríos en historias personales..como la de una mujer a la que conocemos hace años, que siempre habla de su hija y sus nietas..y nunca de su esposo……Tiene ya 66 años aproximadamente…tenía 20 cuando estalló la guerra y su esposo fue llamado al frente. Su hija tenía sólo dos años ..se había casado muy joven y a los 18 años ya era madre..Pero a los 20, ya era viuda. Y nunca se quiso casar de nuevo. Cuánto puede encerrar ese resumen..cuántas vidas habrían sido diferentes..de no ser por el odio..y por la exagerada autosuficiencia.
Recordamos una frase del actual político jefe de Kajol Lavan, cuando era Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel: “Aquellos días me dejaron una lección: que hay que estar prontos siempre, como si mañana fuera a estallar una guerra”.
Es que también él habrá visto, como todos los años, a esas mujeres que llegaron a los cementerios militares, colocaron flores y besaron las lápidas…A las mayores de todas que quizás necesitaban ayuda para caminar…pero que seguían honrando la memoria de sus hijos caídos…que permanecieron jóvenes para siempre…y a aquellas también ya maduras, pero con unos años menos que las primeras, que fueron a visitar, una vez más, a quien había sido su amor y su sueño…hasta que llegó la guerra…y se los llevó para siempre.
Realmente, este Iom Kipur, como todos desde aquel trágico octubre de 1973, había mucho por lo que pedir perdón.