Este lunes, primer día del nuevo año 2024, quedará registrado como un hito en la historia de la Suprema Corte de Israel, que por primera vez decidió intervenir en una Ley Fundamental promulgada por el Parlamento (Kneset), señalando además explícitamente que tiene autoridad para hacerlo.Es un eslabón en la compleja crisis interna israelí desatada hace casi un año cuando Yariv Levin, Ministro de Justicia del gobierno de Netanyahu, lanzó una ambiciosa y polémica reforma judicial que presentó como imperiosa para “devolver el equilibrio” en las relaciones entre los tres Poderes.
Concretamente, la Suprema Corte publicó su respuesta a las apelaciones presentadas meses atrás en el tema de la “razonabilidad”. Recuérdese que el 24 de julio del 2023, la Kneset aprobó una enmienda a la Ley Fundamental que rige los temas judiciales, limitando la posibilidad de los jueces de cancelar una ley o decisión gubernamental alegando que es “altamente irrazonable”. Y ahora, la Suprema Corte canceló esa enmienda, determinando que socava elementos “básicos” de Israel como Estado judío y democrático.
Un punto problemático es que un tema tan polémico, que tanto ha dividido a Israel,se decide por una mayoría tan estrecha de 8 jueces a favor y 7 en contra. Esto, aunque 12 de los 15 Jueces Supremos dijeron que en principio, el Tribunal tiene autoridad para intervenir en Leyes Fundamentales.
Pero el principal punto de discordia en este momento, a nuestro modo de ver, es si acaso no era deseable evitar la publicación del veredicto ahora, en medio de la guerra, para evitar el resurgimiento de la discusión interna que desgarró a Israel en torno a la reforma judicial.
Es que cabe recordar que mientras una parte de la población lo consideró un paso importante para limitar poderes de la Suprema Corte que consideraba se había tomado sin justificación, la otra parte lo consideró un atropello y un intento de socavar las bases del régimen democrático de Israel.
Las multitudinarias manifestaciones de protesta contra el gobierno que cubrieron el país, desaparecieron absolutamente apenas estalló la guerra. El lema “unidos venceremos” aparece en cada esquina y el pueblo de Israel dejó en claro que su lucha mancomunada por la seguridad nacional y la vida misma en el país, supera claramente las discrepancias internas.
Evidentemente las discrepancias, en muchos temas, no han desaparecido, sino que la ciudadanía dejó bien en claro que son más cosas las que unen a los israelíes que las que los separan, cuando la seguridad nacional está en peligro.
Y ahora, la publicación de la decisión de la Suprema Corte, tiene un potencial complejo. A pesar de las varias críticas terminantes expresadas por representantes de la coalición de gobierno, ante todo el propio Ministro de Justicia Levin, la interpretación de numerosos analistas en los medios israelíes es que la reforma judicial ha muerto y que después de la guerra nadie osará volver a intentar dar pasos que desgarren como antes a Israel.
Claro que podría alegarse que el problema fue la reacción al plan de reforma y no la reforma misma. Personalmente, no lo vemos así y consideramos que las fuertes manifestaciones fueron producto de la percepción del plan del gobierno como un peligro para la democracia israelí. Pero lo más relevante es lo que dijo al respecto hace pocos días quien fuera durante todo el año, hasta su dimisión, una de las más férreas defensoras del Primer Ministro y el plan de reforma. Se trata de la única ministra del gobierno, por ahora, que dimitió, Galit Distal, quien tuvo a su cargo el Ministerio de Esclarecimiento. Renunció cinco días después de la masacre del 7 de octubre. Es oportuno recordar que la organización terrorista Hamas percibió las discusiones internas en Israel como prueba de que el país estaba fracturado y por ende debiitado.
En una entrevista a las noticias del canal 13 de la televisión israelí, declaró: “Yo fui una de las cien personas que causaron el debilitamiento del país. Creé ruptura, división, tensión y debilidad, y esta debilidad condujo en muchos sentidos a la masacre. Le digo al público democrático-secular: pequé, pido disculpas”. Y agregó que cerca de un centenar de personas desde la política, los medios y las redes, “arrojaron al abismo a 9 millones”.
"Me di cuenta en un segundo, de repente. De repente te das cuenta de que todo lo que pensabas que habías hecho bien, lo hacías mal. Y creé una grieta, creé una división, y creé tensión, y esta tensión llevó a a la debilidad. Y esta debilidad en muchos sentidos condujo a la masacre”.
Valentía política,indudablemente.
Habríamos querido que se postergara la publicación de la decisión de la Suprema Corte, para que no pueda haber una situación en la que dos combatientes dentro de un tanque, en medio de la guerra, se acerquen siquiera a una discusión sobre el tema, cuando lo principal es que puedan luchar juntos por el país de todos.
Las diferencias nunca desaparecieron, aunque se supo dar prioridad a lo que realmente es lo más importante. Eso debe seguir así. Confiemos en la madurez de la ciudadanía israelí, compuesta por un mosaico de orígenes, comunidades y tendencias políticas, pero unida por la necesidad de seguir defendiendo al país.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(1 de Enero de 2024)
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