Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Los palestinos repiten errores históricos que no les aportan nada.


Optan por la victimización, en lugar de abrirse camino.

 

Que los palestinos no soporten a Donald Trump, lo podemos entender. Creemos que se equivocan en su apreciación de tomarlo como enemigo de los palestinos-no es ésta la nota para analizarlo- pero digamos que emocionalmente, se puede entender en parte al menos su disconformidad.

Que discrepen con varias de sus posturas y su línea general, también. Esto, aunque creemos que Trump durante mucho tiempo tuvo la puerta muy abierta a los palestinos-recordemos el cálido encuentro con el Presidente Mahmud Abbas en la Casa Blanca en mayo del 2017- con un discurso más que apropiado para fomentar un buen diálogo. Amigo de Israel, pero no enemigo de los palestinos, en absoluto. Pero tienen todo el derecho de discrepar con su línea muy abiertamente comprensiva para con las posturas de Israel también en algunos de los temas más polémicos de la agenda israelo-palestina.

Pero hay un problema de fondo, que no tiene absolutamente nada que ver con Trump. Hay un problema en el encare del liderazgo palestino, que reitera los errores históricos de sus antecesores, que no han aportado a nada a los palestinos. Es un problema de raíz, que no depende de quién es gobierno en Israel. Cuando es la derecha, resulta fácil convencer al mundo que es por ello, por Netanyahu y sus posturas conservadoras, que no hay paz. Pero fue lo mismo con sus antecesores, en gobiernos que no eran “el más de derecha y más nacionalista” en la historia de Israel, como dicen hoy.

El liderazgo palestino prefiere “la causa” como concepto etéreo, en lugar de traducirlo en una política que aporte al pueblo. Como si “la causa” pudiera existir en el aire, olvidando que su sentido es servir al pueblo que supuestamente cree en ella.

El ejemplo más actual es la locura de la reacción palestina al evento organizado por la Administración Trump en Manama, Bahrein, el así llamado “Taller Económico”, la parte económica del muy postergado plan Trump para Israel y los palestinos. Claro que la economía de la paz no puede ser sustituto de un acuerdo político ordenado. Claro que buenos negocios no son lo mismo que soberanía e independencia. ¿Pero qué tiene que ver el rechazo de esta reunión, con la “dignidad” palestina?

El Dr. Saeb Erekat, Secretario General de la OLP y miembro de su Comité Ejecutivo, criticó a los países árabes que aceptaron participar en la reunión en Bahrein (este miércoles se confirmó que también Egipto, Jordania y Marruecos asistirían, sumándose así a los dueños de casa, Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos), diciéndoles: “No socaven la causa palestina para obtener ganancias”.

Hay que entender que lo que está sobre la mesa en Bahrein, por más que siempre haya detrás de las bambalinas intereses políticos, es la intención de organizar y garantizar financiación para proyectos especiales tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza, que aporten a la población palestina y el desarrollo de su infraestructura.

Pero como el liderazgo de la Autoridad Palestina está furioso con el Presidente Trump por haber reconocido a Jerusalem como capital de Israel y por considerarlo abiertamente amigo de Israel, lo que les interesa es boicotearlo y no pensar qué puede aportar esta conferencia a las necesidades palestinas.

Este miércoles se informó desde Ramallah que la Autoridad Palestina decidió que no permitirá el lanzamiento o desarrollo de absolutamente ningún proyecto aprobado en Bahrein, que ni los estudiará ni verá su aplicación en el terreno.

Es realmente increíble.

¿Pero qué nos sorprendemos, si ya rechazaron el plan de Trump antes de conocer claramente su contenido?

Y esto pasa, recordemos, cuando de fondo la Autoridad Palestina habla de una seria crisis económica.

Claro que aquí la irresponsabilidad pasa también por otro lado.

Hace poco se reveló que hace dos años,  el Presidente Abbas había aprobado un aumento del 67% en los sueldos de todos los ministros del gobierno del entonces Primer Ministro Rami Hamdallah, el cual no fue cancelado por su sucesor Muhammad Shtayye, actual Primer Ministro. Esto, a pesar de que Shtayye declaró repetidamente que la crisis económica en la AP es tal que podrían tener que mandar a casa inclusive a su personal de seguridad.

Hoy la Autoridad  Palestina culpa a Israel de la crisis por la cual paga a todos sus funcionarios la mitad de su sueldo. Es cierto que Israel dedujo del dinero que debe transferir a la AP por las aduanas e impuestos que recaba, que es dinero palestino-de acuerdo a lo determinado en el protocolo de París, el acuerdo económico en los tratados de Oslo-, la suma que la AP paga a las familias de los terroristas muertos o presos por haber matado israelíes en atentados. Israel aplica esta medida, afirmando que esos pagos son un aliento al terrorismo, lo cual la AP rechaza diciendo que tiene la obligación de apoyar a las familias de los “mártires” y “luchadores por la libertad”.

Si bien Israel cortó del dinero que debe transferir a la AP la suma que ellos pasaron a las familias de los terroristas, todo el resto lo depositó en la cuenta de la AP. Haciéndose los ofendidos, la AP devolvió el dinero, diciendo que no aceptará ni un centavo de Israel.

Otras de las medidas en el marco de la “digna respuesta” a Israel, fue decidir que no manda más pacientes a tratamiento en Israel, a los que tiene que financiar.

Ahora, la Cruzada es convencer a todos los palestinos, el mundo árabe y el mundo en general, que ir a Bahrein es una traición, porque lo organiza Trump.Podrían ir y plantear sus reivindicaciones, explicar sus críticas, presentar sus exigencias. Pero no, es mejor decir que no. Y seguir victimizándose.

Es una tragedia que no se aprenda de la historia.

Decirle que no a Trump puede caer muy simpático hoy en día en diferentes partes del mundo. Pero le dijeron que no a Clinto y el laborista Ehud Barak en Camp David en julio del 2000. A Ehud Olmert en el 2008. A John Kerry y Tzipi Livni en el 2014. Claro que a Netanyahu también.

Creen que le irá mejor victimizándose y no tratando realmente de avanzar.

Parece que “la causa” es más importante que su cristalización en una mejor realidad para su pueblo.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(19 de Junio de 2019)

Editoriales anteriores Ver mas

Esta página fue generada en 0.0868928 segundos (243)
2024-12-23T00:20:28-03:00