Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Luces y sombras de una guerra histórica


A 52 años de la guerra de los Seis Días

 

Hoy 5 de junio, hace exactamente 52 años, comenzaba la guerra de los Seis Días. Por un lado, fue una gran victoria militar israelí -lo cual salvó a Israel de la destrucción que los árabes prometían-, y por otro, creó uno de los mayores problemas con los que sigue lidiando Israel, que continúa controlando territorios conquistados en aquel enfrentamiento.

El tema, como es sabido, no es solamente motivo de conflicto con los palestinos y de críticas internacionales, sino también de polémica dentro de Israel. Y se enfrentan aquí consideraciones políticas, de seguridad y de fe. Los políticos discutirán sobre lo nocivo o clave que es para Israel permanecer en los territorios en cuestión, conquistados en la guerra de los Seis Días al repeler el ataque jordano. Los estrategas debatirán sobre la importancia que tiene o no la presencia en los mismos para la seguridad nacional. Y mucha gente de fe recordará que Judea y Samaria (Cisjordania)  es el territorio de la promesa divina al pueblo judío.  

Esta compleja situación requiere, a nuestro criterio, varios comentarios.

 

* Conocemos bien las condenas a Israel por haber conquistado territorios por la fuerza en aquel junio de 1967, los territorios en los que mucho después de ello, los palestinos comenzaron a decir que quieren construir un Estado independiente, el cual nunca pidieron cuando esos territorios estaban ocupados por Jordania. Se suele presentar el tema como una ecuación en la que el poderoso oprime a una población víctima . Sin desdecirnos ni por un momento del deseo que Israel se separe de los palestinos y que cada lado viva con dignidad en su propio Estado independiente, no podemos dejar de preguntarnos qué habría pasado si Israel hubiera perdido la guerra. Es que, recordemos: en Tel Aviv ya estaban cavando cementerios para miles de muertos, pensando que los árabes lograrían su cometido de aniquilar al Estado judío. ¿Y si lo hubieran logrado?

* La pregunta sobre qué hubiera pasado si Israel hubiese perdido la guerra, es oportuna también en relación a los palestinos. ¿Alguien cree que los palestinos tendrían hoy su Estado independiente? Yo creo que ese Estado no existiría hoy , tampoco si Israel no hubiese ocupado en junio de 1967 Cisjordania y Gaza. De esta última, recordemos, se retiró en setiembre del 2005.

¿Por qué? Porque hasta después de la guerra del 67, nadie hablaba de un Estado palestino.  No era eso lo que buscaban ni los países árabes ni los árabes de Cisjordania, o sea la Margen occidental del Jordán, que hasta el 67 vivían bajo ocupación jordana. Entre 1948, año de la creación de Israel, y 1967, Cisjordania estaba en manos de Jordania y la Franja de Gaza en manos de Egipto. Casi 20 años en los que los territorios conquistados luego por Israel, estaban en manos árabes. ¿Por qué no construyeron entonces un Estado palestino?

Cuando Al Fatah, base de la OLP, se creó en enero de 1965-siendo la fundación formal el lanzamiento de un atentado contra Israel- no había territorios ocupados en manos de Israel, ni asentamientos. O sea que lo que querían los palestinos no era liberar nada de Israel, sino atacarle.

* Suele hablarse estos días de los “territorios palestinos”, dejándose la sensación de que eran parte de un Estado palestino al que Israel ocupó en 1967.

Pues no está de más recordar que jamás hubo un Estado palestino. La Palestina histórica, que se llamó así cuando el imperio romano quiso vengarse de los judíos por rebelarse contra Roma y le cambió entonces el nombre a Judea (la tierra de los judíos), estuvo bajo gobiernos extranjeros durante siglos y siglos, después del exilio impuesto al pueblo judío. Ya había habido un reino judío por esos lares, cuando no había llegado aún ni un árabe a la tierra de la que tanto se habla hoy.

Con esto, nuevamente, no restamos importancia a la idea de que los palestinos tengan su propio Estado, si es para vivir en paz con Israel. Pero apoyarlo no equivale a aceptar tergiversar la historia.

El territorio de Cisjordania (Judea y Samaria en términos bíblicos judíos, conocido también como la Margen Occidental del Jordán), tiene hoy sin duda una muy amplia mayoría de población palestina. Pero sentimos que al hablarse de “territorios palestinos”, se pretende dar la impresión de que eso fueron siempre hasta que Israel se los arrebató a un Estado palestino. Pues eso simplemente no ocurrió. Fue Jordania, que había ocupado Cisjordania en 1948, la que atacó a Israel en junio de 1967 y al repeler su ataque, Israel conquistó el territorio en cuestión, en el que hoy habitan aproximadamente 2 millones de palestinos.

* Los paracaidistas del ejército israelí conquistaron la parte de Jerusalem que había quedado del lado jordano al firmarse el armisticio de 1948. Más allá de la legítima discusión sobre lo sabio de que determinados barrios permanezcan bajo soberanía de Israel aún siendo totalmente árabes , cuando los paracaidistas entraron a la Ciudad Vieja y llegaron al Muro de los Lamentos en 1967, la liberaron de la ocupación jordana que se había impuesto allí en la guerra de independencia contrariando tanto el acuerdo de San Remo de 1920 como la resolución 181 de las Naciones Unidas.

Jerusalem no está ocupada hace 52 años, sino que hace 52 años Israel pudo volver a su corazón histórico del que se le había alejado por la fuerza. Y la única razón por la que cuando Israel entró a la Ciudad Vieja había allí únicamente habitantes árabes, es que los judíos habían sido expulsados en 1948 cuando la guerra de independencia.

Esto no significa que consideremos que tengan que mantenerse dentro del perímetro de Jerusalem como capital de Israel, zonas como Issawia y Shoefat, por dar sólo algunos ejemplos, que nada tienen que ver con la historia judía de la ciudad.

Pero la situación en la que violando acuerdos, se prohibió el acceso de los judíos al Muro de los Lamentos, no se puede repetir jamás. Lo decimos no desde un punto de vista religioso, sino nacional. Ambos , de hecho, se conjugan en Jerusalem.

* Todos estos puntos, aluden más que nada a aspectos históricos que en el flujo de la noticia rápida de hoy, quedan  desdibujados o tergiversados. Pero es imperioso también mirar hacia el futuro.

En este sentido, consideramos que Israel no debe construir en asentamientos fuera de los bloques que según se acordó detrás de las bambalinas años atrás, quedarían en manos de Israel en el marco de un futuro acuerdo con los palestinos que incluiría intercambio por otros territorios. Que se pueda construir en las zonas que quedarán en manos de Israel y nada fuera de ellas. Es que hoy, también la oposición israelí tiene claro que no se habla de un regreso a las fronteras previas a la guerra de los Seis Días en 1967.

Para que esto funcione, las partes tienen que sentarse a negociar-sí, que lo intenten nuevamente, sin eso no se llegará a nada- y transar. El objetivo final debe ser el término del conflicto.

Hasta ahora los palestinos siguen rechazando toda fórmula de negociación que pueda conducir a algo, decorándolas con afirmaciones sobre “la intransigencia del gobierno de derecha de Israel”. Sí, el gobierno israelí es de derecha. Nacionalista. Pero los palestinos respondieron con un NO también a gobiernos de centro y laboristas. Y eso debe cambiar.

Volviendo al aniversario, 52 años después de aquella guerra: Israel se salvó de la destrucción prometida por sus vecinos, pero sigue siendo una tragedia también hoy que medio siglo después, aún no tenga fronteras seguras y reconocidas. Corregir esta situación no depende sólo de Israel.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(5 de Junio de 2019)

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