Y los disparos desde hace 18 años al sur....¿también son una "equivocación"?
Este jueves, al reportar sobre el disparo de dos misiles desde Gaza hacia Tel Aviv, citábamos el comunicado de Hamas aclarando que no habían sido ellos y comentábamos que realmente no resultaba lógico pensar lo contrario, ya que Hamas no tenía interés en hacer fracasar los intentos de tregua negociados a través de Egipto. Pero la lógica del mundo libre es una y la de una organización terrorista es otra. Poco después, Israel confirmó que había sido Hamas. Y este viernes amaneció con una noticia en algunos medios israelíes diciendo que el ejército estima que Hamas disparó a Tel Aviv “por error”.
¿Cómo interpretar esta frase increíble?
¿Alguien se apoyó en un lanza misil por error y éste salió disparado?
¿O miraron mal el mapa y pusieron mal las coordenadas?
Es difícil creerlo dado que los dos misiles lanzados eran de largo alcance. Uno de ellos, cuyos restos fueron hallados este viernes en una zona sin edificios pero no tan lejos de un área habitada, fue identificado como un M-75 que estalló en el aire en vuelo. Se había hablado originalmente de dos Fajer. No son misiles que se disparan por error. Son distintos de los usados generalmente. Y los tienen solamente Hamas y Jihad Islámico.
Difícil explicar lógicamente que se hayan equivocado de misil.
Sea como sea, claro está que diparar a Tel Aviv-Hamas lo sabe-es visto como un mensaje que casi equivale a declaración de guerra.
También en guerra hay grados. Es natural que se vea como algo especialmente grave el disparo a una gran ciudad. Pero en el caso de Israel, sentimos que es imperioso recordar que esta misma situación que vivió el jueves por la noche la población de la zona metropolitana de Tel Aviv, todo Gush Dan, es exactamente la misma que vive la población del sur desde comienzos del 2001.
De más está decir que con ello no estoy minimizando en absoluto los nervios, la preocupación y el miedo que habrán sentido el jueves todos aquellos que súbitamente se percataron que el ruido ascendente y descendente que se estaba oyendo en Tel Aviv, Ramat Gan, Guivataim, Bnei Brak y varios sitios más, era la alarma que indicaba: hay misiles en camino. Al contrario. Lo que sentimos que es necesario, es recordar que esto lo viven los habitantes del sur desde hace 18 años. Y en la zona adyacente a la frontera misma con la Franja de Gaza, tienen menos de 15 segundos para refugiarse.
Y para nosotros, esta situación tiene nombres y rostros bien claros: Ruben y Estela, Isaac y Brenda, Pablo y Nili y tantos otros amigos en Ein Hashlosha, Janet en Nir Itzjak, Helen y los Braude en Mefalsim, Jaim en Beeri, Paulina y Marcelo en Sde Abraham, Rivka en Nir Am…y tantos más.
Pablo, que sin levantar jamás la voz, nos ha contado en tantas ocasiones cómo es trabajar en el campo sabiendo que están expuestos a los francotiradores de Hamas. Janet, a la que nos cuesta imaginar sin sonreir, contando sobre las noches sin dormir por las alarmas. Pocho Braude que en una entrevista años atrás hablaba con la voz entrecortada al mencionar a sus nietos y decir que saben bien cómo actuar cuando empieza a sonar la alarma. Rivka Hadjez que cuando llegó de Argentina hace décadas no imaginaba que tantos años después habría que seguir luchando para vivir en paz. Jaim Jelin al que tantas veces entrevistamos como jefe del Consejo Regional Eshkol y luego como diputado, recordando siempre al mundo entero que la gente del sur no decaerá, seguirá apostando por la vida, pero que el gobierno debe hallar una solución. Paulina y Marcelo Tregerman que en el 2014 perdieron a uno de sus nietos, Daniel, que no alcanzó a resguardarse cuando el mortero disparado desde una escuela en Bet Hanun impactó en su casa en su kibutz.
Y tantos, tantos, tantos más.
Como aquel padre joven al que vimos en el jardín de infantes de uno de los kibutzim en la zona, yendo a buscar a su hijo al terminar la jornada, al que preguntamos si estaba con el arma porque se iba a “miluim”, el servicio de reserva del ejército, y nos dijo “no, es por si se abre la tierra y de un túnel sale un terrorista”.
Y una señora mayor en uno de los kibutzim que me confesó que cuando suena la alarma ella no se resguarda “porque igual es imposible que yo llegue a algún lado en 15 segundos, con las dificultades que tengo para caminar”.
Y aquel parque de diversiones en la ciudad de Sderot con juegos hermosos, uno de ellos un gusano largo de aspecto simpático, multicolor, para que los niños jueguen como a la escondidas… que de hecho es un refugio para que entren allí si la alarma los sorprende en medio de los juegos.
Y nuestra propia sensación cuando en épocas de escaladas hemos ido a la zona a entrevistar y cubrir la situación, y vamos con la ventana del auto abierta para cerciorarnos que podremos oir apenas suene el anuncio de esa voz que dice las palabras “tzeva adóm, tzéva adóm, tzéva adóm”, que significa “color rojo”, la singular alarma de la zona más cercana a la frontera, que no es una sirena pero igual hiela la sangre.Y mirando todo el tiempo si tenemos dónde parar el coche, si habrá una estructura protectora cerca o simplemente nos tiramos al piso. Y pensando “¿de qué tengo miedo yo que vengo por unas horas a cubrir, mientras que la gente aquí vive esto todos los días?”.
Sí, es cierto…disparar a Tel Aviv es una escalada.
Pero no es el comienzo de la guerra.
La guerra comenzó hace tiempo y los sucesivos gobiernos de Israel no han logrado hallar la forma de ponerle fin. Buscan el punto de equilibrio entre responder a los ataques y no arriesgarse a una conflagración de una envergadura que complique más aún la situación.
El problema principal es que Israel tiene en el frente sur a terroristas de vecinos, terroristas dispuestos a exponer y usar a su población civil para atacar a la población civil del lado israelí.
Algo hay que hacer.
Así no se puede seguir.
Recordémoslo, también cuando no hay misiles a Tel Aviv.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(15 de Marzo de 2019)
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