A raíz del incremento del flagelo antisemita, que por cierto no apareció recién hoy
No, no es todo lo mismo. Pero el sentimiento que motiva ataques antisemitas, dondequiera se produzcan, tiene el mismo cariz, aunque sus fuentes y orígenes sean variados y aunque las circunstancias locales en cada lugar atacado sean distintas.
Escribimos estas líneas mientras en Buenos Aires continúa internado con 9 costillas fracturadas y una perforación de pulmón, el Gran Rabino de AMIA Gabriel Davidovich, atacado por siete hombres que irrumpieron a su casa , lo golpearon brutalmente hasta que perdió el conocimiento y luego robaron dinero y joyas. El Presidente de la DAIA Jorge Knoblovits dijo a Semanario Hebreo que estima que se trató de un ataque antisemita, ya que los hombres que lo hirieron sabían perfectamente que era el rabino y así lo dijeron. El robo, agregó, fue una excusa. Natalio Steiner, director de la publicación judeo-argentina Natalio Steiner, dijo por televisión que el Rabino Davidovich, no es una figura especialmente conocida en el ámbito público general, una persona mediática, sino sencilla y no cercana a los reflectores, por lo cual no se puede tomar a la ligera el hecho que sus atacantes le dijeron claramente “sabemos que sos el rabino de la AMIA”.
El tema está siendo investigado, el propio rabino-según se ha publicado-no asegura categóricamente que fue objeto de un atentado antisemita y la conclusión definitiva se podrá publicar, cabe suponer, cuando se capture a los sospechosos. Lo central, es que se los busque y se investigue a fondo.Si fue un simple robo, también. Pero si fue realmente lo que parece, un ataque antisemita, hay que comprender que el judío atacado es la víctima inmediata. Pero la víctima general del flagelo de odio, es la sociedad en cuyo seno crece. Así como el racismo no es sólo un problema de los negros sino de la sociedad en la que viven los racistas, el antisemitismo es un problema no sólo de los judíos, sino de la sociedad enferma en cuyo marco atacan y se consideran libres para hacerlo impunemente.
Hace ya mucho que no hablamos del antisemitismo de raíces católicas, fomentado durante mucho tiempo por la Iglesia, basado en la acusación de deicidio. La Iglesia es hoy otra, ha habido Papas valientes y principistas a partir de Juan XXIII-con razón recordado como el Papa bueno-, aún tenemos muy presente al lamentablemente fallecido Juan Pablo II y son notorias también las excelentes relaciones del Papa Francisco con el pueblo judío. Son sólo algunos de los ejemplos, afortunadamente.
Aquel antisemitismo hace tiempo que fue sustituido por el que se nutre del Islam. Rindiendo homenaje a estudiosos musulmanes valientes y justos que hemos conocido y entrevistado-y no por desear ser políticamente correctos- sentimos la necesidad de aclarar que lo correcto sería decir: que se nutre de una interpretación extremista del Islam. Sería injusto generalizar. Siempre lo es. Pero hecha la aclaración, lamentamos ver cuán amplio es el discurso de odio de fuentes islámicas, al menos entre las voces cantantes que dan el tono, que se imponen en la discusión pública, que salen a hablar o mejor dicho, a vociferar.
En Francia, foco de atención últimamente por el recrudecimiento del antisemitismo y por el reciente ataque verbal al destacado filósofo judeo-francés Alain Finkelkraut, multitudes salieron a las calles a condenar lo ocurrido, pero poco se habla públicamente de la verdadera matriz del flagelo. Es la increíble combinación de antisemitismo de raíces islámicas, con grupos de izquierda radical, que se presentan como antisionistas pero son evidentemente antisemitas. Increíble decimos, no porque el antisemitismo tenga lógica alguna en tal o cual escenario, sino porque justamente quienes se presentan como izquierda, tendrían que ser los primeros en velar por valores opuestos al odio, alejándose de círculos y regímenes que apoyan prácticas propias de la Edad Media.
Y esto nos lleva a la otra parte de la ecuación que planteamos en el título….tras Buenos Aires y París-como símbolos de ataques y odios antisemitas en América Latina y Europa: Gaza.
Este miércoles aterrizaron en un poblado civil israelí ubicado a pocos kilómetros de Gaza, varios globos que llevaban explosivos atados al hilo. Estallaron junto a una casa particular.
No, la casa no se derrumbó ni quedó destruida. “Sólo” sufrió daños. ¿Pero por qué civiles israelíes tienen que vivir bajo esa amenaza?”. Cuando los terroristas de Hamas azuzan a su gente y a los civiles de Gaza a atacar y provocar, no sólo mienten sobre Israel-que no tiene ni un soldado en Gaza desde setiembre del 2005- sino que tienen un claro discurso antisemita. Conocemos directamente su discurso. La palabra “Israíl”, que significa Israel, aparece cada tanto. Pero en general, la que prefieren, la muy común, es “al-Yahúd”. Los judíos. Hablan contra “los monos y los cerdos”, como dice el Corán. Citan versículos de su libro sagrado que hablan contra los judíos y los amenazan. Uno de los más conocidos: “Khaybar, Khaybar, ya yahúd, yeish Muhamad saiaúd”, que comienza con la referencia a la tribu judía que vivía en Khaybar, cerca de Medina ,atacada por Mahoma en el 628 porque rehusó aceptar su camino y sumarse a la nueva religión que había creado, el Islam. ¿Y qué significa este versículo que recién escribimos en su pronunciación en árabe? Yeish Muhamad saiúd, significa “el ejército de Mahoma volverá”. Lo dicen ahora los jefes de Hamas en Gaza. Es un concepto básico de hace milenios en la historia del Islam, que los antisemitas musulmanes repiten también hoy.
Es la misma línea, aunque en cada lado usen adaptaciones semánticas distintas para justificar su barbarie.
Hay también un común denominador de raíces históricas.
Cuando atacaron a gritos a Finkelkraut, un hombre que llevaba kefía, el pañuelo árabe, le increpó “Vete a Tel Aviv”. Fue ineludible recordar que los antisemitas decían a los judíos “Váyanse a Palestina”. Hoy, Hamas y otros terroristas, con o sin traje, gritan “Fuera de Palestina”, en referencia a la existencia misma de Israel.
Son dos direcciones inversas. Pero el mismo odio.
Una de las más dignas formas de combatir el antisemitismo, es no tratar de entender a los terroristas. Ellos, nunca tienen razón.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(26 de Febrero de 2019)
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