La unión del centro mueve a fondo las fichas del tablero
Antes de tratar de analizar qué efecto tendrá en el mapa electoral la unión en el centro del espectro político israelí , quisiera destacar lo bueno del nombre que eligieron conjuntamente el nuevo partido Hosen LeIsrael de Benny Gantz y el ya hoy opositor Yesh Atid de Yair Lapid: Kajól Laván, que significa en hebreo Azul y Blanco. Los colores de la bandera de Israel. De hecho, símbolos del Estado mismo.
¿Por qué detenernos en el nombre, aunque no es por cierto lo central? Porque es un símbolo, una tarjeta de presentación. Y dar al nuevo partido un nombre que lo identifica con el sionismo, con la base misma del país, con la identidad nacional, a través de los colores asociados de inmediato con Israel, es en estos momentos un paso sabio y necesario.
En la coalición de gobierno israelí actual se suele presentar a quienes discrepan con su política o aspiran a quitarles del poder mediante las urnas, casi como ilegítimos. “Van a destruir el Estado”, dijo Netanyahu el jueves por la noche sobre el nuevo partido.
Es legítimo que considere que la suya será la mejor política para Israel y su camino el que le garantice mayor seguridad. Pero aún si en temas de seguridad su gestión siempre ha sido responsable y no aventurera, ya no puede dar a entender que sólo él sabe cuidar a Israel y entiende del tema. ¿Por qué? Porque el nuevo partido tiene una particularidad: en su cúpula hay tres ex jefes del ejército, uno de los cuales también fue Ministro de Defensa. Si considera que no saben de seguridad, fue un irresponsable en su momento al nombrarlos para esos cargos.
Hay aquí un problema de fondo que no es nuevo pero se ha acentuado en los últimos meses. Esta coalición ha convertido en norma usar la palabra “izquierda” como sinónimo de lo inaceptable, de lo malo e inadmisible, de lo peligroso para Israel. Sectores de ultraizquierda extremista, enemigos de Israel y hasta antisemitas, como existen hoy en día desgraciadamente en Europa y América Latina, claro que son inaceptables y peligrosos. Tanto, como la extrema derecha antisemita. Pero cuando Netanyahu califica de “izquierda” a actores claves en el escenario político israelí, sabe que está hablando de sionistas que mucho han aportado al Estado y velado por su seguridad. Puede que ese intento de quitarles legitimidad surta efecto sobre parte de quienes vayan el 9 de abril a votar. No en todos. No serán marcianos los que vayan a votar sino ciudadanos israelíes que conocen la realidad.
Que esté claro. Netanyahu tiene todo el derecho del mundo de defender sus posiciones, de intentar convencer a toda la ciudadanía que su camino es mucho mejor para el país que el que proponen sus adversarios. Pero no tiene derecho a “revelar” hechos que nunca ocurrieron con tal de ensuciarlos ni de desdibujar la historia.
Respecto a si “Kajol Lavan” es o no “izquierda”, cabe suponer que Netanyahu tiene clarísimo que no lo es. Si bien sus líderes suelen decir que lo que cuenta no es la división en izquierda o derecha sino posiciones que aporten al país, varios de los planteamientos que han hecho son casi idénticos a los de Netanyahu en muchos aspectos .Si se insiste en catalogarlos en un lado u otro, en temas de seguridad diríamos que tienden más al centro derecha o derecha moderada, aunque el ex Ministro de Defensa Yaalon (número 3 en la lista del partido) se presenta como “halcón en temas de seguridad”. Si por izquierda se entienden las proclamaciones a favor de tratar de buscar una solución negociada con los palestinos y las declaraciones de Gantz a favor de “no controlar a otro pueblo”, pues hay un problema semántico.
Sería oportuno recordar que Netanyahu ya se manifestó años atrás a favor de la fórmula de “dos Estados”, o sea un estado palestino junto a Israel, aunque claro que en determinadas condiciones. Que desde entonces haya cambiado y considerado que en la situación actual eso es imposible debido a la actitud del liderazgo palestino, es otra cosa, legítimo por cierto. Pero presentar a quien intenta buscar una solución y separarse de los palestinos como alternativa ilegítima, es otra historia.
En cuanto a las definiciones, inclusive un repaso rápido por la nómina de “Kajól Laván” deja en evidencia varios nombres conocidos como del ala conservadora, inclusive un ex secretario de gabinete de Netanyahu y su ex jefe de comunicaciones.
La unión en el centro del espectro político israelí, ha sido el evento más dramático de la semana, por la sensación que algo puede cambiar.
Los primeros sondeos publicados desde la unión, dan una ventaja de entre 3 y 6 escaños al nuevo partido, por sobre el Likud. Es un elemento interesante, pero insuficiente. En Israel lo que cuenta no es qué partido es el más grande sino cuál tiene probabilidades de formar coalición.
Es la primera vez que parece factible que Netanyahu no sea el próximo Primer Ministro de Israel. Pero sería sumamente prematuro darlo por hecho, basándose sólo en los últimos sondeos.
En Israel, un mes y medio hasta las elecciones, puede ser una eternidad.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(22 de Febrero de 2019)
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