Entre el respeto y la demonización.
El monte sagrado es probablemente el lugar con mayor potencial explosivo del mundo. Lo que los judíos llaman Har Habait (el Monte del Templo) y los musulmanes Haram al-Sharif (el Noble Santuario), es sagrado tanto para el judaísmo como para el Islam .
Desde hace ya muchos años, los judíos pueden subir al Monte sagrado solamente en días y horarios determinados y únicamente por la puerta ubicada sobre el Muro de los Lamentos, la de los Mugrabim, mientras que los musulmanes pueden subir en cualquier momento por cualquiera de las puertas de acceso al lugar.
Los judíos tienen prohibido rezar en el lugar y van escoltados por la policía israelí . Eso no es solamente para cuidarlos sino para garantizar que no rezan.Nos ha pasado personalmente que subimos como periodistas al monte y nos indicaron de antemano que podemos llevar grabador pero mejor no libreta para tomar apuntes porque “los musulmanes pueden pensar que tienes un libro de oración”.
El Waqf asegura que han aumentado las "provocaciones". Es un hecho que entre los grupos que suben al monte, más que nada cuando se trata de grupos religiosos nacionalistas, hay quienes rezan como a escondidas. Eso viola el "status quo" determinado por el Estado para minimizar la tensión. Por otra parte, puede entenderse a quienes protestan por esas limitaciones a los judíos que ni siquiera pueden rezar en su sitio más sagrado.
Cada vez que sube un grupo de judíos al Monte –y cabe recalcar que nunca entran a las mezquitas sino que recorren las explanadas exteriores- recibimos comunicados de grupos de información palestinos diciendo que “colonos irrumpieron a la mezquita de Al Aksa” o que “judíos atacan Haram al-Sharif”.
También hoy, cuando difundieron este video, aunque está claro en las propias imágenes que esa no es la presentación correcta de lo ocurrido.
Y de fondo, los gritos de "Alá hu-Akbar" (Dios es Grande), como intento evidente de incomodar a los judíos.
Expliquemos el trasfondo.
El potencial explosivo no tiene por qué radicar en el hecho que el lugar es sagrado para ambas religiones. Claro que complica, por decirlo delicadamente, ya que en el sitio en el que existieron hace milenios los templos sagrados de Israel (el primero construido por el Rey Salomon y el segundo por Herodes), fueron construidas más tarde las mezquitas de Al Aksa y el Domo de la Roca. Unas sobre las ruinas de los otros.
Aún así, podrías ambos credos compartir el lugar. Los musulmanes podrían orar en las mezquitas y los judíos podrían hacerlo en el espacio abierto, por dar una opción. Dicho sea de paso, la ortodoxia judía no apoya subir al Monte del Templo porque dado que no hay plena certeza sobre la ubicación exacta del “Kodesh haKodashim”, donde se hallaba el Arca, temen que se pise el lugar y se viole así su santidad.
Volvamos a la tensión y conflicto. Mientras el Estado de Israel reconoce los derechos religiosos del Islam en el lugar y por cierto no pone en duda la importancia que tienen para la fe islámica las mezquitas que allí existen, el discurso público de numerosas autoridades musulmanas –y por cierto también de los gobernantes palestinos-no reconoce la santidad del lugar para el judaísmo. Es más: alegan que no hay prueba ninguna de que haya existido allí un Templo Sagrado judío.
En esta situación, es imposible que el lugar no sea foco de tensión.
Recordemos que el 8 de junio de 1967, Israel liberó la Ciudad Vieja de Jerusalem que había sido ocupada por Jordania en la guerra de 1948. A raíz de ello, no sólo se volvió al Muro de los Lamentos, el principal santuario judío, sino que también se tomó el control del Monte del Templo.
El entonces Ministro de Defensa Moshe Dayan entregó las llaves de inmediato al Waqf, la autoridad que rige el manejo de los lugares sagrados del Islam, y hasta ordenó que se retire la bandera de Israel que había sido instalada en el lugar, para no herir sensibilidades de los musulmanes.
Dichas medidas son criticadas por algunos hasta hoy y elogiadas por otros, explicando los expertos que se hallan en el segundo grupo, que no había alternativa , a menos que se quisiera una guerra religiosa.
Formalmente, toda Jerusalem es la capital de Israel. En la práctica, la soberanía israelí en el Monte del Templo no se impone plenamente como en el resto de la ciudad. La policía dirá que sí y que la prueba está en que cuando decide por razones de seguridad que hay que cerrar el Monte , así se lo hace.
Pero en realidad, el tira y afloje es constante y en los últimos años ha crecido la osadía del Waqf y de los palestinos en general en cuanto a sus imposiciones en el Monte. Han excavado allí sin coordinación ninguna con la Autoridad de Antiguedades de Israel, deshaciéndose de hallazgos arqueológicos de gran valor, entre ellos no pocos que confirman la antiquísima presencia judía en Jerusalem. Controlan de cerca a los judíos que suben a visitar el lugar y tratan de disuadir y amedrentar continuamente.
Conocer todo este trasfondo choca ineludiblemente con la actitud de respeto de Israel para con las decenas de miles de fieles musulmanes que llegan de toda Cisjordania a Jerusalem para ir a las mezquitas durante los viernes del mes sagrado de Ramadan. La propia municipalidad de Jerusalem costea el transporte en cientos de autobuses, para que la gente llegue sin problema a los rezos. Hemos visto personalmente calles enteras y hasta avenidas concurridas conducentes a la Ciudad Vieja cerradas al tráfico en horas pico de las plegarias musulmanes, para no alterar el flujo de los autobuses con los fieles que llegan para el Ramadan.
Hoy nos llegó de fuentes palestinas otro video propagandístico referente a Al Aksa. Propagandístico, decíamos, ya que es una clara manipulación de la realidad. Aparece una jovencita musulmana palestina contando en buen inglés que “al fin logré llegar a Al Aksa, tras pasar un puesto de control y otro y otro y otro…presentando documentos, sin rendirnos, porque lo central era llegar a Jerusalem, nuestra capital, para orar en las mezquitas”. Su alocución es bastante extensa. Esto es sólo un pequeñísimo resumen.
La verdad, sentí pena. Patético. ¿”Jerusalem, nuestra capital”? ¿De qué habla? Cuando la tuvieron, los musulmanes jamás la convirtieron en su capital.
Se queja la pobre joven de todos los puestos de control que tuvo que pasar presentando documentos. Interesante-y un tanto iluso- que pretenda pasar sin limitaciones, que nadie revise a nadie y aquí está todo bien. ¿Cómo puede ser que los atrevidos israelíes le pidan documentos? Increíble. Pero además, mientras ella habla, se ve claramente el Monte-la cámara se mueve y muestra varios ángulos- y se ve a mucha gente. Llegan sin ningún problema a la capital israelí-Jerusalem lo es aunque ellos no la reconozcan como tal-, acceden fácilmente a su santuario-como debe ser-y de todos modos halla la forma de resumir todo negativamente.
La esperanza es que entre las decenas de miles de musulmanes que han subido al Monte sagrado cada viernes del Ramadan- recibiendo el servicio gratuito de los autobuses pagados por la municipalidad de Jerusalem, viendo a lo largo del camino carteles indicando por dónde se llega a Al Aksa y a la policía israelí abriéndoles paso- haya habido varios capaces de tomar conciencia sobre el respeto con que actúa Israel y su firme cuidado de la libertad de cultos.