Le escupen, le tiran sillas y lo insultan. Mente abierta al estilo palestino.
Muhamad Saud, un ciudadano de Arabia Saudita conocido en las redes sociales por su simpatía por Israel y su apoyo a la paz entre Israel y sus vecinos árabes, estaba feliz al ser invitado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel a participar en un viaje de visita para conocer directamente el país junto a otros ciudadanos de países de la región. Un grupo pequeño de seis personas, con la particularidad de que la mayoría de ellos-si no todos-vienen de países que no tienen relaciones diplomáticas con Israel.
Lo que probablemente no se imaginaba era que al subir, durante la visita, como iniciativa privada, a la zona de las mezquitas para orar en Al Aksa-como es lógico que desee hacer como musulmán creyente- sería atacado, insultado y agredido física y emocionalmente, por palestinos que lo expulsaron prácticamente de Al Aksa al identificarlo como “el saudita pro israelí”.
Niños le escupieron y trataron de pegarle, adultos le dijeron que vaya mejor a orar en una sinagoga, le desearon lo peor y también cuando ya había salido de Al Aksa y caminaba por las callejuelas del mercado árabe, le tiraron sillas y zapatos, una señal de ofensa en la cultura árabe.
¿Y todo por qué? Porque apoya abiertamente la posibilidad de paz con Israel, porque dice que ama a Israel, que quisiera ver israelíes visitando su reino y por apoyar la cooperación entre Israel y el mundo árabe, seguro de que ello haría florecer a Oriente Medio.
Su lema es “apoyen la paz”.
Muhamad Saud muestra desde hace tiempo interés en Israel. Y no es sólo de la boca para afuera sino en su vida diaria. El hecho es que logró aprender solo hebreo y ha logrado formular algunas declaraciones a la radio israelí directamente en hebreo, dando además algunos ejemplos concretos de creaciones musicales que le tocan el corazón: algunos conocidos cantores litúrgicos judíos y cantantes de estilos diversos como el ya fallecido Zohar Argov y por otro lado Java Albershtein.
Sería interesante saber qué piensa ahora Muhamad Saud de sus correligionarios palestinos que lo atacaron vulgarmente, aunque su discurso nunca ha sido de ataque a tal o cual postura palestina sino de apoyo a la posibilidad de paz con Israel.
Lo sucedido muestra abiertamente la fea cara del extremismo y la intolerancia. Como es sabido, los palestinos viven acusando a Israel de coartar su libertad de cultos y violar la santidad de la mezquita de Al-Aksa en Jerusalem, presentando a todo grupo de judíos que sube a recorrer la explanada del Monte del Templo como “colonos extremistas” que “irrumpen” o “asaltan” el santuario musulmán. Cabe recordar que el sitio en el que se hallan las mezquitas de Al Aksa y el Domo de la Roca , que los musulmanes llaman Haram a-Sharif, es lo que los judíos llaman Har Habait, o sea el Monte del Templo, su santuario más sagrado, dado que allí se hallaba en la antigüedad el Templo sagrado del Rey Salomón y luego, el segundo, construido por Herodes.
Este lunes, un musulmán de otros lares quiso orar en Al Aksa y fue atacado por pedir paz con Israel. Con ello, los palestinos que le escupieron y tiraron sillas, que también trataron de abofetearlo, dejaron en claro quién es realmente el que profana Al Aksa.
La verdad, vergüenza ajena sentimos al mirar las imágenes. Y preocupación por ver cuál es la verdad en el terreno. Quienes actúan así no quieren paz. Tampoco un Estado palestino. Simplemente, no quieren nada que pase por la aceptación de Israel.